En la feria con Guido Girardi: "Las ideas de Velasco perdieron en Chile"

Satanizado por algunos como el ejemplo de la vieja política y las “malas prácticas”. Algo que no importa en esta feria, donde la gente lo quiere, le agradece y sabe que puede contar con él.

Guido Girardi no tiene un grupo de gente uniformada que reparta calendarios con su cara. Son en cambio una pequeña tropa  de jóvenes muy bien vestidos, que van a su lado entregando la propaganda y acercando a la gente. Lo anuncian y presentan como el senador y “jefe de campaña de Bachelet” pero también como “el doctor”. Girardi no se queda atrás y va elegante con traje oscuro, una corbata verde agua sobre una camisa blanca.
 

Pensamos que su recorrido por esta feria de La Estrella con Laguna Sur en Pudahuel, va a estar lleno de hostilidades. Porque si gana esta elección, Girardi completaría 28 años en el parlamento. Pero sobre todo porque gente como Andrés Velasco lo ha convertido en el niño símbolo, de lo que hoy está muy de moda calificar como “malas prácticas” en la política. Girardi ni se inmuta y con su voz de hippie descansando en la playa, aclara las cosas.
“Velasco me acusa de presionarlo para poner gente y que por eso no voté los proyectos de él. No voté los proyectos de él, como la privatización de la educación, la privatización del mar, la depreciación acelerada, ninguno de los proyectos que iban en contra del interés ciudadano y si de los grandes empresarios. Yo estoy dispuesto a debatir ideas. Velasco no está dispuesto a discutir ideas conmigo, porque sus ideas perdieron en Chile”, dice.
Al contrario, lo que resulta es el recorrido de una especie de benefactor. Especialmente la gente lo detiene para agradecerle, para mostrarle recetas médicas (es pediatra); para tratar de agilizar trámites de salud, para conversar sobre proyectos de ley que les afectan directamente, y que él explica con detención. Lo llaman “¡Don Guido!”.

Las palabras del tipo “parásito”, o los juicios como “¿para qué reparten calendarios si van a salir igual?” se escuchan muy poco. A lo lejos. Y otra vez es fácil pensar que la discusión entre buena y “mala práctica” sólo llega hasta los cafés del Barrio Italia.
“Vamos a ver en las elecciones qué es lo que la gente quiere realmente, necesitamos personas que se comprometan con la educación gratuita, con el fin de la constitución de Pinochet, de los abusos en las isapres y las afp” dice Girardi, con un arrollado primavera en la mano que un feriante le ha regalado.
Girardi no necesita gastarse prometiendo cosas. Se pasea saludando. A los hombres les dice “hola chico” y a las mujeres, “hola amor”. Un saludo con el que las mayores se sonrojan y reciben un beso, mirándolo bien, de un galán italiano. Precisamente un locatario lo detiene para darle un fuerte abrazo “cuando nos vamos a juntarnos a cantar y a recordar viejos tiempos”. El hombre con algunos dientes menos comienza a cantar y saca un vozarrón de cantante lírico. Girardi lo mira absorto hasta que termina una canción en italiano “Non ti ricordi di me”. El senador se va tranquilo, sabe que de él todos se acuerdan.

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