Columna de Juan Manuel Astorga: "La clave de todo"

“Chile es un país que depende de los mercados internacionales. Si los principales socios están creciendo menos, uno no puede pedirle a Chile hacer milagros y crecer a bases más allá de su propio esfuerzo”. La frase me la dijo esta semana Ángel Gurría, el mandamás de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE. Su afirmación cae justo en la recta final de la campaña presidencial, donde la mayoría de los candidatos ha planteado realizar una reforma tributaria y otros han propuesto financiar su programa de gobierno con un mayor crecimiento económico. ¿Cuánto podría afectar al país una ley que aumente el aporte impositivo de las empresas? Unos dicen que sería marginal. Otros, catastrófico, pero todos coinciden en que implicaría un mayor esfuerzo de parte de ese sector. ¿Dejaríamos de crecer? No hay una sola opinión al respecto. Pero lo que sí está claro, es que basar en un mayor crecimiento económico el financiamiento de los programas es un riesgo. La misma OCDE redujo las estimaciones para este año de un 4,9% a un 4,2% y para el próximo de un 5,3% a un 4,5%. A tomar nota: “El 2015 vamos a estar a niveles del 5%. Estas cifras hay que ponerles en perspectiva. A Chile le está yendo muy bien, ha hecho los deberes, pero el entorno es muy complicado”, dijo Gurría en una entrevista para el canal 24 Horas.

Visto así, el desafío es interesante. Mientras España celebra haber crecido en el último trimestre en un 0,1%, o sea, casi nada, y otros países se alegran de estar cerca del 2%, como Estados Unidos, Chile alcanza niveles saludables y muy vistosos. Pero (porque siempre lo hay en estas cifras), el dato tiene que ser acompañado de otros elementos para poder contextualizarlo. ¿Cómo estamos utilizando esos recursos? Y aquí viene lo interesante de la descripción que me hizo Gurría. En educación, dijo que si bien “es un tema que es una constante en cualquier país del mundo” y que “Chile ha ido dedicando recursos a la educación terciaria”, debería tener “más equilibro con la primaria y secundaria”.

La calidad y el acceso a la educación superior han mejorado, pero las primeras etapas de escolaridad obligatoria siguen siendo la prioridad y la escasa interrelación entre educación y las destrezas laborales limitan las perspectivas de empleo. Según Gurría, es imperioso mejorar los sistemas de capacitación públicos, que siguen estando subdesarrollados. Puso como ejemplo a Corea, que tiene generaciones que entran al mercado de trabajo muchísimo mayores que a los que ahora salen. Han elevado sus destrezas, habilidades y competencias. Eso nos falta. Pero aún más. Da en el clavo el mandamás de la OCDE cuando dice que hay que multiplicar las opciones de la integración laboral de la mujer. “Para poder incorporar a las mujeres se requeriría buenas políticas y flexibilización de los horarios de trabajo, utilizando el beneficio de las guarderías, para que las mujeres puedan acoplarse al mercado laboral”. 

Educación, flexibilización y capacitación. Esa es la clave. Gurría sabe de lo que habla, porque lo aplicó muy exitosamente como ministro hace algunos años en México. Educación, destrezas y habilidades, son fundamentales. “Todas tienen que participar para mantener y aumentar la productividad de Chile, que tiene una gran apertura”. 

Chile es el país con menor gasto público en educación de la OCDE. Tiene un 57,9% de gasto público en los cuatro niveles de educación, y un 42,1% de gasto privado. Finlandia, en cambio, tiene un 97,6%. Es cierto que Chile ha mejorado a lo largo de los años, pero es igualmente obvio que queda mucho por hacer.

El crecimiento económico y las recientes reformas de políticas han aumentado el empleo y reducido los niveles generales de pobreza. Pero el camino es largo y -dicho por el líder del club de los países ricos-, lo que nos sigue faltando es más y mejor educación. ¿Hay alguien a estas alturas que tenga alguna duda?

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