José Ignacio Núñez: Recetas contra discursos de odio racial

Hace algunas semanas – luego de un evento tan relevante como un partido de fútbol – en Antofagasta ocurrió una riña entre un grupo de chilenos y colombianos.
Lo lamentable fue que, luego de la disputa, un puñado de xenófobos  convocó a una marcha (que congregó a 50 personas) para repudiar la presencia de inmigrantes colombianos en la segunda región.

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No quiero concentrarme en los perfiles de la xenofobia, pero no puedo dejar de recordar que el temor, los prejuicios y las ínfulas de superioridad respecto de lo diferente son fruto de la ignorancia y la pobreza cultural. Una evidencia del provincianismo que cala hondo en nuestra idiosincrasia, o como me dijo un buen amigo, una muestra de nuestra “globalización incompleta”.  Posición que es, por lo demás, oportunista, pues no solemos rechazar el ingreso a nuestras arcas y bolsillos de dólares, euros, pesos argentinos, bolivianos o colombianos. Lo que nos molesta es la presencia de sudamericanos que supuestamente vienen a “robar” el trabajo a los chilenos. Cuestión difícil de entender si el Gobierno afirma que en el país hay pleno empleo.

Con todo, peor que la convocatoria por parte de ciudadanos comunes y corrientes a marchas sin sentido es que autoridades públicas – como el Intendente de la Segunda Región – afirmen de forma totalmente imprudente que la inmigración “destruye familias”. Reflexión que no merece mayor comentario.

Pues bien, si usted es extranjero que vive en Chile, por favor no crea que todos los chilenos somos tan obtusos e ignorantes. Es más, sepa usted que la mayoría de nosotros – como casi todo el continente – somos  producto de una mezcla entre inmigrantes y pueblos originarios de américa.
Además, tenga en consideración que hace casi un año entró en vigencia la “Ley que establece medidas contra la discriminación”, conocida también como Ley Zamudio. En virtud de esa ley los discursos o incitaciones al odio o segregación en razón de la raza, etnia o nacionalidad, son contrarios al Derecho chileno y tienen aparejada una sanción en contra de sus autores. Sean personas comunes y corrientes o autoridades. Por lo tanto, si un chileno cualquiera, sea su empleador, dueño de una tienda, alcalde, concejal, intendente o ministro efectúa declaraciones que afectan su honra o dignidad a causa de su procedencia, color de piel o raza, usted puede denunciarlo y aquello seguramente no resultará impune. Nadie debe tolerar la discriminación que proviene de la ignorancia y el miedo.
Y si usted es de aquellos que se siente superior al resto de nuestros vecinos extranjeros, siempre habrá en su ciudad un centro de salud que le pueda brindar atención sicológica para moderar su ego y encauzar su sentido de realidad.
 

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