Opinión

Columna del sacerdote Hugo Tagle: "Vamos al colegio"

Un tercio de los chilenos no ha terminado el colegio, vale decir 5,2 millones. Y más de un millón y medio de ellos son menores de 45 años, lo que nos dice que tienen mucha vida laboral por delante. Y Chile no se encuentra en estado de guerra, escasez o en una situación económica de crisis que justifique el dejar el colegio por necesidad. En algunos casos es así. Las necesidades familiares obligan a que muchos jóvenes deban abandonar el colegio antes de tiempo, truncando un camino de proyecciones auspiciadoras para ellos mismos y su grupo familiar. Pero las urgencias nos ciegan ante las reales necesidades. 

La educación es una apuesta de largo aliento, que supone “cocer a fuego lento”; darse tiempo, energías y paciencia. Sus frutos se ven luego de años de siembra metódica, sistemática, ordenada. 

La verdad de la milanesa, no nos tragamos del todo el cuento de que la educación es importante. La toleramos, la vemos como un mal menor; una etapa en la existencia que deben cumplir nuestros hijos. Pero, de ahí a considerarla “importante”, la verdad, no. 

Eso es lo que le escucho a profesores de diversos colegios: Muchos papás, y no solo de sectores de escasos recursos, consideran que esto de “educarse”, no es tan necesario. “La vida es la mejor escuela”. Lo importante “está afuera”. Subestimamos con rapidez el tiempo invertido en educación. Los reclamos contra la educación no son simplemente por el asunto de la gratuidad: es signo de la molestia que sentimos ante esto de “tener que educarnos”. Seamos honestos: no nos creemos el cuento de que todo ese mundo de la educación sea importante. SE lo escucho a gente mayor. Rara vez hablan bien de sus colegios, profesores, asignaturas. Para muchos chilenos, esto del tiempo escolar fue “una pérdida de tiempo”; se acuerdan de poco y nada de lo que aprendieron, no saben muy bien qué fue lo que aprendieron. Y no tienen interés de recordar.

Pero quiero felicitar a esos adultos – que no son pocos – que sí la valoran. Que luego de un tiempo trabajando, se han dado cuenta que pueden cerrar una etapa que quedó inconclusa; que nunca es tarde para aprender, que se puede “ser más” con un poco más de esfuerzo. Que no hay materia inútiles, sino que todo sirve para algo. No basta en la vida aprender algunas habilidades. La mayoría de los conocimientos que adquirimos para la vida “no sirven para nada” (artes, literatura, música) y, sin embargo, son las que nos regalan humanidad, alegría de vivir sentido de vida. 

Aproveche su tiempo de colegio. Y si no lo terminó, pruebe a hacerlo. No se arrepentirá.

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