Columna de Copano: "La campaña del terror"

Una de las cosas que más me molestó durante la elección pasada fue que durante la segunda vuelta mucho votante concertacionista empezó a vender la idea de que con Piñera retornábamos poco menos que a la dictadura y nuestros derechos iban a ser reprimidos.

El tiempo pasó y finalmente el escenario es distinto. Piñera se alza en las encuestas gracias a situaciones como el penal Cordillera. Y parece alejarse de la mala opinión entre tanto desorden: al lado de su propia coalición, el Presidente es un gobernante respetable.

Hoy la derecha ha caído en la misma trampa del extremismo. En esta misma columna hace semanas hablábamos de la derrota cultural de esa forma de ver el mundo, de ese apego maldito a la guerra fría. Pero no dejan de caer en su propia trampa.

Evelyn Matthei apela desde su campaña al terror y la descalificación del nuevo Chile que se manifiesta en cada esquina y debate. Habla de “vamos a tener que seguir trabajando si hay Constitución nueva” como si aplicar eso no tiene que ver con nuestra vida diaria. Justo, cuando aparecen sospechosamente encuestas que hablan de que los chilenos “no están ni ahí” en ir a en las próximas elecciones. Coincidemente empieza a aplicarse un discurso apolitico para poder hacernos creer que marcar nuestro voto no sirve de nada.

Y la apolítica siempre sólo beneficia al terror, y el terror en Chile siempre hace mella en gente que cree que las cosas van a empeorar violentamente. El escenario que vamos a vivir los próximos años es nuevo: tan nuevo como fue pasar de un dictador a un presidente democrático, o cuando elegimos nuevamente a un socialista que pasó a ser un ícono del modelo. Pero acá todos van a hablar. Van a hablar las Roxanas Mirandas que calladas observan desde las piezas de la nana, van a hablar los hijos de los jardineros y también los de los que tienen más. Y van a tener que conversar para construir un país más inclusivo donde ya no sólo vale “salvarnos” entre un grupo o un individuo.

Los chilenos parecen haber superado el miedo a opinar y tienen ganas de participar. Muchos por supuesto se sienten fuera de todo esto, pero digamos: los últimos 20 años Chile es mejor y tenemos más y mejores herramientas para empujar una nación más segura para todos. Hay en la calle más estudiantes que antes, hay menos pobreza. Existe ahora un debate sobre el espíritu que es más grande que antes. Sobre el dónde queremos ir que ya no incluye sólo a esos tipos de traje llamados “políticos”. Las asambleas se expanden. Las regiones hablan. Los excluidos se integran y también quieren ser parte del sueño chileno. Y el sueño chileno es que cualquiera con esfuerzo sale adelante y no sólo tiene cosas: es respetado.

Y es ahí donde negarse a la realidad tiene efectos nefastos. Por eso la derecha pierde estas elecciones: cuando juega la UDI a promover “la gran final” de una competencia que ya nadie quiere dar por cansado. Cuando Matthei habla de que Bachelet es la candidata de los encapuchados y que la Nueva Mayoría es poco menos que terrorista. Toda esa histeria, todo ese extremo, todo ese ruido ya no sirve para nada.

Los chilenos queremos tener una vida.

Una vida propia. Una donde podamos decidir quiénes queremos ser y que no se trate de ponerse trajes y apellidos. Queremos ser. Nada más. Y queremos ser chilenos y respetados, y validados y queridos. No queremos ser sólo
un número al cual aterrorizar para ser un objetivo más de voto en la próxima elección.

Esa es la clave que la derecha tiene que aprender para volver a ser gobierno. Deben empezar a empatizar con un país de nuevas exigencias. ¿Seran capaces? las encuestas dicen que tendrán cuatro años para analizarlo.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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