Columna del sacerdote Hugo Tagle: "Conversando se entiende la gente"

Lo mejor de las campañas presidenciales fueron los debates. Pudieron haber sido más, con otro formato, más interactivos, mejores. Cierto. Pero el punto es que, en los que hubo, se mostró una virtud en la que hemos decaído como sociedad: nuestra capacidad de diálogo. Podemos expresarnos con frases relativamente bien hiladas, dando a entender lo que queremos como sociedad. El lenguaje de la calle, el de las piedras, del abucheo, las máscaras y capuchas, no son forma de entendernos. De hecho, de la violencia solo surge más violencia. Esterilidad. Es el diálogo la forma de construir sociedad. Y demostramos en este largo e intenso período electoral que somos capaces de presentar programas, intercambiar ideas, reflexionar en común.

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Podremos estar en desacuerdo en el cómo construimos sociedad, pero se demostró a través de los debates, que hay gente – usted mismo – que es capaz de hilar ideas y presentarlas en forma sencilla, atractiva y respetuosa. Quizá no nos convenzamos unos a otros y cada uno termine atrincherado igual que antes. Una pena. Pero al menos existió y se aprovechó la oportunidad de darse a entender.

En los debates no se gritó, ni garabateó, ni ridiculizó al contrincante. Y esto, no porque los debatientes fueran solo buenas personas. Las reglas lo impedían. Y se respetaban. El que se pasaba de listo y quería hablar más, no se le escupía ni apedreaba. Algo peor que eso: se le apagaba el micrófono.

Hemos perdido la capacidad de presentar en forma coherente nuestros argumentos, buscando ser convincentes, atractivos, sugerentes, propositivos. Casi todo diálogo se ha ido transformando en un diálogo de sordos, lo que le hace mal a la convivencia nacional. Buena parte de la violencia intrafamiliar tiene que ver con una incapacidad de dialogar bien, de darse a entender en forma correcta y de escuchar con buena intención al otro. Si lo hiciéramos, otro gallo cantaría.

Nos hacen bien los debates. Ojalá proliferen tras las elecciones. Los foros políticos tienen un efecto pedagógico positivo. Los chilenos vemos que se pueden intercambiar ideas sin violencia ni ridiculizaciones. Agradezco a todos los candidatos el haber participado, expuesto sus ideas y argumentado con relativa claridad.

Éste domingo es la segunda vuelta presidencial. Ojalá se acerquen muchos más a votar. Es  un deber cívico que nos compete a todos. Todo voto vale. Es una forma de expresar nuestra opinión del país que queremos. Ambas candidatas quieren lo mejor para Chile. Pero está en los ciudadanos el darle a alguna de ellas la posibilidad de plasmar su programa en actos. Que sea una lección de civilidad y una fiesta de la democracia.

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