Columna come y calla por Felipe Espinosa: "Original"

Si el río suena, es porque piedras trae, es cierto que todas las semana se abre un restaurant, pero el boca a boca hace la diferencia, la recomendación, el reconocimiento del usuario, del ser humano común y corriente que siente que su dinero vale, que el producto entregado es coherente con el gasto y la performance, si bien es cierto siempre en una apertura hay una cuota de farándula gastronómica con lanzamientos a prensa especializada, notas televisivas e internet, en la actualidad, a mis ojos, el verdadero crítico está en el cliente final que hoy es libre de escribir en cualquier muro de la web, de levantar su propio sitio blog y así hacer crear un acto perecedero de opinión que no se borra ni se bota a la basura, hoy el cliente es motivado, postea un comentario con imágenes que para bien de algunos alienta y para mal de otros acusa y desnuda.

Entonces, como dirían los próceres comunistas, hay que escuchar la voz del pueblo, en ese sentido la cosa es clara, los sánguches de importación se están tomando la ciudad y tienen su centro neurálgico en el barrio Bellavista, es el tío de las hamburguesas “Uncle Fletch”, un modelo gringo replicado con mucho éxito en nuestra ciudad.

La historia cuenta que este señor a fines del mil ochocientos fue quien se adjudicó la creación del formato que conocemos hasta hoy de una hamburguesa de carne entre dos panes. La casa con ladrillos a la vista es pictórica y pintoresca, el restaurant está bien adaptado a su arquitectura y goza de mesas pequeñas para dos, para cuatro y también de algunas butacas para grupos más grandes, hay que tener ojo con la disponibilidad, el sitio está en boca de todos así que si no quiere pegarse un plantón de aquellos, como siempre, es bueno reservar. 

La carta de sánguches es alocada, un tanto difícil de leer por la gráfica demente pero escueta en contenido, no hay que marearse, lo que hay que hacer es pedir una de sus fantásticas hamburguesas de 175 gramos cocinadas a punto en ese dulce pan brioche acompañada de cuanto queso puedas elegir, se suman anillos de cebolla, pepinillos, cebolla, salsa bbq y un sinfín de otras guarniciones típicas del país del norte. 

La corriente lleva a la cerveza y ahí debemos hacer un alto, el brebaje ideal para comer hamburguesas en esta casa se pone de fiesta, exhiben una batería de cincuenta cervezas en botellas y otro tanto de barril, en ambos formatos la oferta es de etiquetas nacionales y extranjeras, yo tomé shop belga de alta calidad toda la noche, a buen precio y bien frío. La atención es informal y cuesta reconocer a los meseros, tuvimos la suerte de que nos atendió una chica importada de Francia muy simpática que nos guio muy atenta en esta aventura ayudándonos a cada momento con recomendaciones, así fue como sin darnos cuenta estábamos cuchareando un tibio brownie con helado de vainilla que fue el justo final para bajar la grasitud de la carne y el ácido de la mostaza. Este lugar está para conocerlo y reconocerlo, si siguen haciendo las burguers tal y como las hacen hoy hacia el futuro tendrán la facilidad de continuar con un modelo que partió con el pie derecho, que asombró al público, lo dejó con la boca abierta y el estómago lleno.

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