Columna de libros: “Mis impresiones y mis vicisitudes en mi viaje a Europa” de Maipina de la Barra

Carla Ulloa es la responsable de la reedición crítica del libro de Maipina de la Barra, publicado originalmente en 1878. Por eso nos encontramos con un texto en que se ha modernizado la ortografía y que cuenta con un estudio preliminar que nos muestra las circunstancias, pero también quién era Maipina, llamada así en recuerdo de la Batalla de Maipú, una mujer que luego de enviudar y ver su situación –tanto económica como social- mermada, parte con su hija en una viaje hasta Europa. El objetivo es quedarse con su madre, una francesa, pero al llegar descubrirá que su madre se ha casado de nuevo y que no es posible admitir en la nueva casa a una hija y una nieta. Aunque el viaje resulta, en ese sentido, un fracaso, no lo es en términos de lo que significa viajar. Maipina tiene claro que la importancia está en el periplo: en lo que se descubre, lo que se aprende.

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La edición no solo rescata el texto de Maipina de la Barra, sino también el prólogo original de los editores, quienes –hacia finales del siglo XIX- creyeron pertinente incluir una advertencia en que le aseguraban a los lectores que la escritora era una buena cristiana, con un alto sentido moral, por lo cual no había peligro de que fuera leída. Es interesante la lectura del prólogo, porque nos ayuda a comprender el contexto en que esta mujer publicó, en que no era considerado apropiado que las mujeres escribieran, publicaran o trabajar. Maipina de la Barra hizo todo eso, de hecho, se mantenía gracias a que daba clases de piano. Ciertamente el prólogo es insultante, ya que una no encuentra advertencias semejantes antes de libros escritos por hombres, pero además muestra una ceguera inmensa, porque las impresiones de Maipina de la Barra van mucho más allá. 

Por supuesto que la narradora es religiosa, aunque por la lectura de su biografía sabemos que estuvo ligada al espiritismo y la masonería, pero sus menciones de Dios no son las más relevantes, sino la forma de ver el mundo. Primero, está su conciencia de escribir para publicar, ya que continuamente se dirige a sus lectoras, no es un diario privado que se publicó, sino un relato pensado para ser dado a conocer. Segundo, su conciencia de género, aunque ella trata de validarse para que comprendan por qué una mujer cruza el mundo sola, su discurso es claro: la mujer debe educarse y debe actuar. “El que no trata de saber, de pensar, no es más que un ente estéril, principiando por nosotras mismas” (71), dice Maipina; luego dedicará todo un capítulo a su posición con respecto a la educación de la mujer y criticará el pobre avance que había en Chile en esa materia. Al respecto escribe: “Las naciones europeas comprenden hace ya mucho tiempo que no hay progreso, que no hay regeneración posible, sin el concurso poderoso de la mujer, cuya influencia abraza la vida entera del hombre” (158).

Uno de los pasajes más impresionantes, sin embargo, es cuando conoce a mujeres esclavas en Brasil. La conversación que sostiene con una joven, Hortensia, su visión del tema, la muestra por completo; reproducir el diálogo es muy largo, pero aquí está su conclusión: “Un instante después, cuando todas las esclavas se habían esparcido por la campaña, y Hortensia, la virtuosa e inteligente Hortensia, no se veía más, nos volvimos a la ciudad haciendo mil tristes reflexiones sobre la injusticia de los hombres y sobre la abominable esclavitud” (80).

Mis impresiones y mis vicisitudes… es una lectura interesante en muchos niveles, pero, además, es posible disfrutarlo no solo por lo que se aprende, sino por la narración misma. Mantengo la posición que he mostrado en otros casos: hay que leer primero el texto mismo y luego el estudio para no matar ese mismo disfrute.

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De la Barra, Maipina. Mis impresiones y mis vicisitudes en mi viaje a Europa. Santiago: Cuarto Propio, 2013.

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