Ángel Soto: "Siempre viajero... y también turista"

Viajar es uno de los mayores placeres de que podemos disfrutar. Una vez que despertamos el gusto por ser un  “patiperro”, jamás ningún remedio ni poción alguna nos dejará anclados en un lugar, la necesidad de salir hace que busquemos las excusas y los recursos para arrancarnos. Por mucho que seamos sociedades sedentarias el espíritu nómada vive en nosotros. Así, mientras antes nos lancemos y emprendamos la aventura, más pronto se nos abrirán las puertas de un mundo por descubrir, conocer, contemplar y ciertamente regresar.
Acercarse a culturas y ver tradiciones distintas, escuchar lenguas que nos suenan a ruidos, ver gentes de todos los colores, razas, creencias, sentir aromas y disfrutar sabores diferentes, y por sobre todo tener la experiencia de estar frente a lo nuevo, a lo desconocido sencillamente no tiene precio.
Es una verdadera apertura de nuestra mente, que nos transporta en ocasiones cual máquina del tiempo a otras épocas. Piense en lo que puede pasar si se queda unos días en la Antigua o Tikal en Guatemala, recorrer Marruecos, ir a Sidney o maravillarse con Tokyo y Nueva York. O más sencillo, recorra su propio pais y se sorprenderá.
En pocas horas, viviremos experiencias que sin duda nos marcan para toda la vida.
Podemos viajar físicamente: aviones, trenes, barcos, buses, autos. Los más osados lo harán en moto, bicicleta e incluso globo, pero ya la decisión de dar el salto nos prepara a la aventura. Hacer una maleta, mochila o bolso nos permitirá darnos cuenta que para vivir muchas veces solo necesitamos lo esencial. El beso de despedida de los seres queridos nos emociona y reafirma que dejamos algo nuestro e importante acá.
Quienes no temen a lo aviones, creo que podrán compartir la sensación de libertad que produce el despegue y el volar, como así también el alivio del aterrizaje. Me hace pensar en porqué a veces nos dicen que debemos poner los pies en la tierra. Una combinación de sensaciones difíciles de explicar si no se viven.
La aventura de tomar un tren también tiene un encanto especial, algo de romántico y nostálgico para muchos, y toda una odisea y curiosidad para los más jóvenes.
Pero también podemos viajar con la lectura, la televisión, la internet y por sobre todo con la imaginación. Quizás el éxito que tienen los canales, revistas y programas dedicados a los viajes se debe precisamente a esa necesidad que tenemos de salir, no importa como, pero queremos trasladarnos pues eso nos libera.
El turista también es un viajero. Inicialmente tal vez recorramos 15 ciudades en 7 días abordo de un bus y poco recordaremos del guía que nos agobió de datos, pero ¿importa? ¿Acaso igual no iremos descubriendo, gozando e incluso sembrando el deseo de volver? Apenas regrese ya estará pensando en el próximo destino.
Viajar, es un placer que reconforta y amplia nuestra visión del mundo, ya sea físicamente o con la imaginación, lo importante es ser siempre viajero… y también turista, trate de no quedarse abajo, no se arrepentirá.
   
 

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