Columna de Felipe Kast: "Vender humo"

El viernes participé de un debate sobre la reforma educacional en la Universidad Central, wl que finalmente derivó hacia el complejo momento que vive Chile y la política. La última pregunta permite ilustrar de buena manera la sensación ambiente: “¿Qué debiera hacer alguien como yo, que no creo en los cantos de sirena que venden los políticos? Independiente de lo que haga yo igual debo salir a trabajar todos los días”.

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Estoy convencido de que algún día, más pronto que tarde, se formará un movimiento para desenmascarar a los políticos y a sus frases hechas que venden humo. Sin ir más lejos, lo que han realizado las agrupaciones de apoderados y las agrupaciones de emprendedores con la reforma educacional y la reforma tributaria es justamente eso. ¿Qué significa vender humo? Que te digan lo que quieres escuchar, aunque te vendan la pomada. Esa es la estrategia utilizada por Omar Gárate con la pulsera de los once poderes, quien en su programa radial invitaba a comprarla anualmente porque los poderes expiraban a los 12 meses.

Vender humo es que te digan “Con la reforma tributaria vamos a reducir la desigualdad” y que todo siga igual. Que te prometan “Con la reforma educacional vamos a terminar con la segregación escolar”, y que finalmente aumenten los colegios particulares pagados. Que te aseguren “Con la reforma tributaria no vamos a afectar el empleo”, y que ocurra justamente lo contrario.

¿Hay motivos para pensar que efectivamente nos están “vendiendo humo” en estas dos reformas? Desgraciadamente sí. A diferencia de reformas anteriores, donde el diseño de ellas se preparaba con rigurosidad e incorporando las miradas de distintos expertos, en este caso por motivos políticos se prefirió improvisar, simplemente para poder cumplir la meta de los 100 días. Las reformas se escribieron en un escritorio para pasar el test ideológico de las consignas, pero sin consultar la opinión de los que verdaderamente saben: profesores, apoderados y emprendedores.

Lo anterior es especialmente grave para el caso de estas reformas estructurales al menos por tres razones: (1) ambas reformas son de una escala que perfectamente puede poner en crisis a millones de chilenos (basta recordar el Transantiago), (2) ninguna de las reformas contempla un sistema gradual de implementación que permita evaluar sus resultados para mejorar su diseño (por ejemplo reaccionar aminorando el alza de impuestos si la caída en empleo e inversión es sustantiva), y (3) no existe un solo estudio de impacto serio que nos permita tener una estimación sobre cuánto se verá afectado el empleo, o cuánto lograremos mejorar la calidad y reducir la segregación en educación.

Usted pensará que todo esto es broma. Me encantaría que usted tenga razón, pero la realidad es que la Mueva Mayoría está improvisando con reformas que requieren mayor preparación y análisis. Necesitamos reformas bien diseñadas, y eso no está ocurriendo. Prefieren cumplir con sus consignas en lugar de preocuparse por el impacto de sus reformas en la vida real de los chilenos. Mi invitación a quien lee estas líneas es a que seamos más exigentes, a confiar menos en las frases hechas. Hay populistas en todo el espectro político, y debemos terminar con esa mala práctica de vender humo. No es aceptable que nos traten como niños. Te invito a no comprar frases bonitas hasta evaluar detenidamente el impacto de esas ideas. Siempre existirán políticos dispuestos a vender humo -lo ocurrido con la Universidad Arcis y el Partido Comunista es un buen ejemplo- y dependemos de la ciudadanía organizada para poder desenmascararlos. Afortunadamente eso ya está ocurriendo.

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