Columna del Padre Hugo Tagle: "Celos"

El éxito de una teleserie turca y el alto ranking de una especie de reality como es el “Manos al fuego” me regalan la mejor de las excusas para escribir sobre un tema que tengo hace tiempo en el tintero: el asunto de la fidelidad y los celos.

Esto de amarse no es cosa fácil. Una condición fundamental en la relación de un hombre y una mujer que buscan proyectarse para siempre, que dicen amarse entrañablemente, hasta el tuétano, supone tres cosas: exclusividad, totalidad y perpetuidad.

Al comprometerse con un persona en ese grado excluyo tácitamente a otro, no se puede amar de la misma manera a dos o más, sin hacer daño a la persona amada. O me comprometo exclusivamente con alguien o mejor “sincerarse” y decir que no se es capaz de mantener ese grado de entrega, que mejor hacen una pausa, que lo deben pensar mejor, pero no sienten ahora la seguridad para dar un sí definitivo. La confianza se cimenta en la verdad. Nada peor para el amor, cuando se encuentra en un estado de pololeo o noviazgo, que los dobles discursos, las verdades a medias, las respuestas evasivas, inseguras, huidizas, débiles.

“Que tu sí sea sí, y tu no, no” dice el Señor. La integridad del amor, como todo en la vida, es clave para construir relaciones humanas estables, sólidas y duraderas.

Se puede tener y amar a muchos amigos simultáneamente, incluso a muchos hermanos, pero el amor que busca una totalidad debe saber que no hay otros más.

Lo segundo es la totalidad en el amor. No se ama con una parte de mi vida sino que con la totalidad de ella. No hay ni puede haber vidas paralelas en la construcción de una relación amorosa. Uno es el mismo siempre y en todo lugar. Si se está comprometido, se lo está siempre, aunque se esté solo, de viaje, en el trabajo o de vacaciones. Quien ama, lleva espiritualmente al otro a todas partes. El matrimonio religioso tiene como bonito símbolo de ello el anillo, que representa plásticamente el llevar al ser amado con uno a todas partes. Tradicionalmente se lleva en el dedo anular ya que, como dice la tradición, sale una vena directo al corazón. Es normalmente de oro u otro material noble y duradero. Como debe ser el amor: eterno.

Y en tercer lugar el amor se proyecta a la eternidad, no es por un tiempo determinado, no conoce plazos ni condiciones. No existe para él “letra chica”. Se ama sin condiciones, sin cuestionamientos. Se ama la totalidad del otro, con sus virtudes y defectos.

Se me olvidaba felicitar a la teleserie turca, que parece que tiene gran éxito debido a que tiene una buena trama, buen vocabulario, menos situaciones truculentas y presenta personajes educados. Una buena lección para los culebrones criollos, llenos de garabatos, conversaciones básicas y simplonas, tramas torcidas hasta el exceso. Ojalá tomen nota de que deben mejorar el vocabulario y dejar la coprolalia y bajeza verbal.

Y volviendo al amor, decídase por un amor noble y verdadero. Sólo así se es feliz.

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