Columna Vertebral de Felipe Avello: "Una persona discreta"

Hoy recibí el siguiente e mail:

Señor Felipe Avello

​ Hola, soy tu primo Yoyo, te escribo para saludarte, estoy en conocimiento de que volviste de tus vacaciones por Europa, espero que hayas disfrutado y descansado. Imagino que con tantas actividades por allá, no te acordaste de los repuestos que necesitaba mi amigo discapacitado, pero no te preocupes, mejor que no los hayas traído por que mi amigo ya no los va a necesitar, al menos no por ahora. Cuando supo que no le traerías el encargo le vino una baja de presión que le provocó una anemia aguda, él además padece de epilepsia, por lo que tuvo que ser internado en el hospital público de Rancagua. Lamentablemente allí contrajo una bacteria, que lo tiene en este momento en estado de coma inducido. Estamos rezando para que se recupere, hace unos días hicimos una cadena de oración, pero no te quise molestar, porque por esos días tú andabas en Barcelona, tomando trago y mostrando tus tatuajes. Vi las fotos, están muy cómicas.

La verdad, primo, el motivo de este email es porque hay una situación que me gustaría aclarar. Te cuento: un conocido de Rancagua se me acercó ayer en la calle, y me dijo que cómo se me ocurría pedirte unos encargos tan absurdos en tus vacaciones. Le pregunté a este conocido cómo sabía de eso y me dijo que tú habías publicado en un diario todos los email que yo te había mandado durante tu viaje por Europa. Me dijo que había leído que en un correo yo te pedía los repuestos de una moto, que ni siquiera eran para mí, que en otro correo te decía indio feo, que después te pedía disculpas y que después te contaba lo del tumor en el seno de mi hermana, y que te reprochaba el hecho de que nunca la venías a ver.

Me dijo que se habían “cagado” de la risa, él y sus compañeros de oficina.

Le cuento señor Felipe Avello que los correos que efectivamente le envié, eran de carácter privado, no para ser mostrados en un diario, y menos en un diario que lo regalan, o sea que lo lee cualquiera.

Usted sabe que soy una persona discreta, señor Avello, vivo tranquilo con mi hermana Claudina en una modesta, pero digna vivienda en las afueras de Rancagua, no soy un exhibicionista como usted. Yo soy un hombre bien hombre que no se denigra haciéndose tatuajes ridículos. Soy una persona que si bien tiene un poco de sobrepeso, puede caminar por la calle sin vergüenza, no sé si usted puede hacer lo mismo, “Pececito”.

Yo no salgo en la tele haciendo estupideces, no me rodeo de homosexuales ni coqueteo con ellos como usted lo hace señor Avello (es lo que se comenta acá en Rancagua, le he dicho que yo no veo telebasura), tampoco me ando en viajes por el mundo enviciándome, soy una persona decente.

Por eso le exijo que no publique más mis correos, y que en vez de eso me lleve a la televisión para poder contar la verdad. Me gustaría ir al programa “Mentiras Verdaderas” de Jean Philippe Cretton, un muy buen periodista al que me gustaría conocer en persona, a él quiero contarle toda la verdad.

Lléveme a ese programa y lo perdono. Espero su respuesta y el llavero o los imanes para el refrigerador que me prometió, a la brevedad.

Sin otro particular, se despide Óscar A. (Yoyo)

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