Columna del Padre Hugo Tagle: Calles bloqueadas

El paro y bloqueo de calles por los taxis colectivos nos sorprendió a todos. Salí minutos antes de que comenzara y alcancé a cruzar la calle justo cuando venía la caravana de taxis para bloquear Vicuña Mackenna. Pensé que se trataba de un caravana funeral, pero no veía la carroza mortuoria. Y en ese minuto comentan por la radio que había paro y se bloqueaban avenidas importantes. Santiago y otras ciudades quedan colapsadas. Recién habíamos vivido el desperfecto del Metro y ahora esto. Usted mismo tiene que haber sufrido las consecuencias de este paro: atraso al trabajo, cancelación de algún compromiso, postergar alguna diligencia. Quizá resulta políticamente incorrecto pero, la verdad, debemos buscar otras formas de canalizar nuestro descontento frente a las autoridades, sin pasar a llevar los derechos de los demás.

En una sociedad democrática, con caminos institucionales y representantes válidamente elegidos, no es atropellando los derechos ajenos el camino para expresar descontento. Canalicemos nuestro malestar a través de las autoridades correspondientes ¿No dan el ancho? ¿No escuchan? Vote por otras en las próximas elecciones, o preséntese usted mismo a candidato para hacer realidad lo que propone. Y no es broma ni ironía. Me llamó la atención el poder de los “colectiveros”, su poder de convocación y organización. Que esas mismas virtudes las coloquen al servicio de su gremio y familias y presenten una buena propuesta que dé solución a sus problemas en armonía con las demandas de toda la sociedad. Lo que yo exijo debe pensarse para el resto también. Lo que les convenga a ellos altamente probable nos convendrá a todos; si no, no es viable.

En otro orden de cosas, una madre y su hijo murieron calcinados hace unos días atrás en los Bajos de Mena, un verdadero submundo en las inmediaciones de Puente Alto. Este barrio se ha transformado en un triste símbolo de marginalidad, hacinamiento, abandono y caldo de cultivo de delincuencia. Se ha tratado de dar una solución integral a esa zona abandonada, el patio trasero de esta copia feliz del Edén, la que deja en evidencia que estamos lejos de la modernidad soñada y de que las bondades del progreso lleguen a todos. Pero no bastan soluciones parche. Debemos repensar la forma en que construimos sociedad y ciudad. La mayor integración conviene a todos. La marginalización y sectorización forzada, como se ha pensado la ciudad en Chile, sólo trae males peores.

En la oración del Mes de María se reza: “La rosa cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos, pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia, cuya Madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal”. Que esta intención se haga realidad. Construir un país más fraterno y justo es tarea de todos. Que tenga un buen fin de semana.

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