Columna del Padre Hugo Tagle: El misterio de Belén

Se acerca la Navidad. Se renueva el encanto y la magia de esta fecha tan entrañable, fuente de paz, unidad y nueva esperanza. Con Jesús, los temores desaparecen y vuelve a reinar la paz en los corazones.

“Ésta es la señal: Encontrarán un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre” dicen los ángeles a los pastores. Lo animo a vivir ese momento de gracia, en familia, a celebrar el nacimiento de Jesús entre nosotros.

“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por él!” (Lc. 2, 14) cantan los ángeles ante el nacimiento de Jesús. Con ello nos invitan a renovar el amor a los demás, a uno mismo; a ser constructores de paz, la misma que tanto necesita el mundo.

En estas fechas renovamos la certeza de sabernos amados y visitados por Dios, y celebramos el anuncio de paz como un don que tiene su fuente en Él y su camino en Jesús. La paz no es un simple regalo. Es una gracia que deviene en desafío y tarea. Se construye día a día. En la patria, en el barrio, en la propia familia, en el corazón.

“Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar que Dios entre en tu alma”, dice el Papa Francisco. Que esta Navidad compartamos con los demás la alegría de este anuncio para construir juntos una Patria más fraterna, más feliz, más justa y unida. Navidad es, en la persona de Jesús, el comienzo de lo nuevo. Sin Jesús, no hay Navidad.

¡Hay tanto por hacer! No ha sido un año fácil tanto en el plano local como global. Vemos las consecuencias de nuestra maldad en los desequilibrios sociales y económicos que reclaman un orden mundial más justo; en el desprecio por el derecho a la vida; en el delito del narcotráfico y la trata de personas; en los fanatismos que utilizan el nombre de Dios para justificar la muerte; en el odio que cierra el camino a la reconciliación; en la corrupción y la falta de ejemplaridad que nos empobrece; en una cultura individualista que debilita los vínculos personales y los lazos comunitarios; en un modo de vivir que pone el tener por sobre la riqueza del ser. Navidad es el sí de Dios al hombre para que se comprenda como hermano, donde el otro no es un extraño sino un igual; para acompañarlo a crear un mundo más humano, justo y fraterno.

Lo invito a contemplar solo o en familia el pesebre. Allí se nos invita a renovar el mandamiento del amor, de la solidaridad, de la justicia y la paz. Pidamos a Jesús en Belén que nos regale valentía para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Pidámosle la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Que la Virgen del Carmen, patrona de Chile, quien nos trae a Jesús, nos acompañe en este camino de amor, de justicia y de paz, para alabanza de Dios y de servicio a nuestra querida patria, Chile ¡Feliz Navidad!

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