Columna de Nicolás Copano: ¿Es Chile una trampa?

Al padre de Francisco le dijeron que si se esforzaba iba a tener una jubilación muy digna en un país próspero durante los años 90. Los del acuerdo de no joder: si miras para atrás harás la memoria sobre el desvalije de lo público y el silencio de los que sabían que si gritaban iban a tener una explosión entre los trajes militares.

Nunca dejó de gobernarnos el miedo. Nunca tuvimos tan poco con tanto. Y así, Don José, padre de Francisco, nunca dejó de trabajar y de pagar responsablemente todos los requerimientos de su familia, a pesar de que algunas veces tenía que ir a pedir un crédito para poder soportar los inconvenientes propios de vivir en una casa: se rompen cosas, alguien necesita un computador, alguna enfermedad de caros medicamentos, etc. Una familia donde en un momento se necesitó comenzar un sueño: el de la casa propia.

Francisco fue parte de eso y hace pocos meses dejó la casa. Y mira a distancia cómo se ha ido resquebrajando cuando los va a visitar los fines de semana.
Francisco es soltero y estudio Literatura Inglesa en un país donde no se necesitan literatos en inglés si no es para hacer clases o postularse a una que otra peguita.

En el Estado hay posibilidades, pero no milita. Por tanto, muchas veces se le mira con desconfianza.

Por otro lado, debe presentar su currículum para buscar oportunidades mientras la deuda de su universidad avanza y se lo va a comer. Una universidad privada con vocación de pública que no le dio el contacto necesario. Digamos que él tampoco hizo mucho esfuerzo: pasó y como le dijo su padre tenía que hacerlo para tener un mejor pasar.

Al llegar a la pieza que arrienda en grupo con amigos prende la vieja tele que heredó y se conecta a la internet a ver videos de YouTube y leer pdfs mientras espera que pasen las horas para levantarse y tomar el turno part time con tal de vender zapatos. Zapatos que usan otros hombres de su edad que responden a sus mundos. Él sólo mira y puede acceder a ellos con los descuentos de la misma empresa que le da el sueldo.

De vez en cuando en casa hay sushi, cuando todos ponen su parte. De vez en cuando también hay condones tirados. De vez en cuando hay miedo de que su polola se embarace y tenga que asumir otro gasto más mientras la vida se le va y comienza la oferta de un MBA que quizá le otorgue el upgrade necesario para zafar.

El padre de Francisco ha pensado en regalarle un taxi o compartirlo con él para lograr más plata para su jubilación. Una que no le permita disfrutar de ninguno de esos comerciales en los que él creía.
Sería una buena idea endeudarse, porque él puede, ya que todos se han ido de casa. Se quedaron él, la señora y un perro. Igual falta para vivir ahí con los 250.000 pesos de jubilación que le dan.

Francisco está sintiendo rabia porque ve que otros, con pituto, como su amigo Roberto que vive con él y tiene un tío que le ha dado una peguita menor en cierta estructura gerencial, pueden. Lo mismo con su ex, Francisca, que es parte de una organización de caridad donde conoció a un tipo que le presentó a su papá y luego pololearon.

Francisco se está quedando solo. Don José no tiene qué decirle. Lo único que tiene claro don José es que le cargan los políticos. Pero no sabe bien cuál diferencia hay con unos y otros, porque siempre vivió mirando telenovelas con su señora y disfrutando de grandes estelares. Y mirando a la gente que estaba ahí que era tan distinta a él. Gente que vio alguna vez cuando hicieron un móvil del matinal en su barrio.
Pero en ese país, donde viven miles, se está incubando una duda, una decepción. Una promesa que nadie atiende. Un mundo sin amor, cuyo único cariño se recibe desde un celular. Hay quienes creen que la solución es cambiar el foco del país. Se habla de una tal AC. Pero hay una sensación de traición también detrás de todos, aunque no se conozcan. Y la desconfianza sigue.

Ahora Francisco ha pensado que la mejor solución es donar de su tiempo en vez de quedarse en una cama los sábados un rato, para ir a una organización donde se debaten temas. Es simple. A veces incluso van a poblaciones. Y van a leer.

Pero a veces siente que eso deberían hacerlo otros. Los que tienen.

No como él, que no tiene nada.

Pero tiene algo: la posibilidad de dibujar un futuro y promover el cambio.

Quizá eso tiene más valor en medio de lo que parece ser una trampa.

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