Columna de Andrés Allamand: "Transantiago I: el enfermo sigue igual"

Todos los días cerca de 4.000.000 de santiaguinos utilizan el TRANSANTIAGO. ¿Cuál es la evaluación de los usuarios? Que, pese a las declaraciones de las autoridades, el sistema sigue siendo malo, afectando su calidad de vida y  dignidad. Aquella frase que lo calificó hace ya muchos años como “una humillación para los pobres” sigue, lamentablemente, vigente.

¿Cuáles son las críticas de los usuarios?

De partida, que los tiempos de espera en paradero y de viaje dentro del bus no se han seguido acortando y que, por el contrario, en el último tiempo se han alargado.  Luego, que la accesibilidad, vale decir la distancia que las personas deben caminar para tomar los buses, sigue siendo muy extendida.

Acto seguido, que muchos de los buses son viejos, están en mal estado, en diversas horas viajan repletos y son cada vez más “panneros”. La  indefensión de los pasajeros al quedar botados en la mitad de ninguna parte ha crecido significativamente. Si todo lo anterior no fuera suficiente, también los pasajeros perciben una gran tensión en los conductores, cuya pega es muy difícil y ciertamente incomprendida. Por último, la evasión, tantas veces denunciada, parece no aflojar. Hoy alcanza a un 23% en promedio, y de acuerdo a estudios implicaría un costo de US$415 millones anuales: un 63% del actual subsidio con que opera el sistema.

Al mismo tiempo hay aspectos que nadie entiende. ¿Qué justifica que no se aumenten los puntos de carga de la tarjeta Bip!? Nadie hasta ahora ha sido capaz de dar una explicación satisfactoria.

En este escenario, el Metro sale bien parado y la gente aprecia sus rasgos generales. Desde la implementación del TRANSANTIAGO, el Metro ha sido su salvavidas, pero ya no se le puede exigir más: funciona con una intensidad comparable a los mejores del mundo, pero en las “horas punta” muchos trenes van repletos y las condiciones de viaje son exasperantes para los pasajeros. Sin ir más lejos, sólo la Línea 1 tiene aire acondicionado.

Por todo lo anterior es que la misma asociación de operadores del TRANSANTIAGO admite que es un sistema “al límite”, que en las horas de mayor demanda está “colapsado” y que en ellas las personas viajan “hacinadas”.

El TRANSANTIAGO – el mayor “condoro” de las políticas públicas chilenas de las últimas décadas – se implementó hace ocho años. Hoy sigue siendo un enfermo grave, que está muy lejos de recuperarse y funcionar con el vigor y la  salud sana que se merecen aquellos que pagan por su servicio.

**Las opiniones aquí expresadas no son responsabilidad de Publimetro

 

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