En esa gloriosa camada de nuevos directores que remecieron el cine estadounidense de los años 70 -Ford Coppola, Scorsese, Lucas, Spielberg, De Palma, Ashby, Friedkin, entre otros- quizás los que han sufrido un destino más lleno de altibajos, por diversas razones, sean Michael Cimino (ganador del Oscar por “El francotirador”), Bob Rafelson (autor de cintas tan emblemáticas de esos años como “Mi vida es mi vida”) y Peter Bogdanovich. Pero mientras el primero no filma un largometraje desde 1996 y el segundo desde 2002, el tercero, que ha sabido de elogios y premios pero también severas caídas personales y profesionales, está de vuelta, y afortunadamente en buena forma.
Quizás más conocido por las nuevas generaciones como actor en series como “Los Soprano”, Bogdanovich es un nombre fundamental en la renovación de ese Hollywood setentero, aunque en vez de ser rupturista, curiosamente su rol funcionó siempre más como un eslabón entre el cine clásico y las nuevas generaciones; ya sea como crítico de cine y programador siempre dispuesto a resaltar el legado de autores a quienes entrevistó y conoció en persona como John Ford y Orson Welles, o principalmente como director de un puñado de memorables producciones: la bella y notable “La última película”, la frenética y divertida “¿Qué pasa doctor?” o la entrañable “Luna de papel”. Títulos que no se quedaban en el simple homenaje nostálgico, sino además a través de su puesta en escena respiraban vida, sensibilidad y un enorme talento.
Pero una serie de tropiezos comerciales y fiascos derrumbaron rápidamente el prestigio de Bogdanovich, y aunque la crítica elogió trabajos posteriores como “Saint Jack”, “Y todos rieron” o “Máscara”, desde los años 80 su carrera como cineasta nunca volvió a levantarse del todo. En las últimas dos décadas trabajó más en televisión, y aunque en 2007 tuvo buena recepción con un extenso documental sobre el músico Tom Petty, no dirigía un largometraje de ficción desde 2001. Por eso, tenerlo de vuelta en la cartelera chilena, aunque sea con una comedia en tono menor como “Enredos en Broadway”, es una gran noticia para los cinéfilos locales.
Producido entre otros por dos colegas actuales como Wes Anderson y Noah Baumbach, este film sumerge al espectador en el backstage de un estreno en Broadway, incluyendo los líos pasionales del director, el dramaturgo y los actores, pero de manera muy distinta a la reciente y premiada “Birdman”. Bogdanovich ya abordó en 1992 las bambalinas del proceso teatral en otra comedia, “Noises Off…”, y acá a través de una hilarante y refrescante serie de enredos, coincidencias y confusiones, mantiene un ritmo ágil y ligero, demuestra que conserva vigente tanto su precisión, el pulso cómico y su talento como guionista (algunos diálogos son geniales), como su habilidad como director de actores, al frente de un sólido elenco (donde incluso hay lugar para algunas reconocidas figuras de su filmografía previa). Claro, también se recarga la tinta en algunos estereotipos y situaciones, y además de sus numerosos guiños al Hollywood clásico la película nos recuerda a otros directores, como los momentos más inspirados de Woody Allen; pero aunque no llegue demasiado lejos, de todos modos el resultado es grato y encantador, no tiene mayores pretensiones que entretener, y nos trae de regreso a un director que esperamos no vuelva a alejarse por tanto tiempo… ¿y por qué no? ojalá aún nos depare una nueva obra maestra.
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“La maldición”
Hablado en inglés y filmado en atractivas locaciones del sur de nuestro país, este segundo largometraje como director del guionista uruguayo Guillermo Amoedo es una producción eficaz y entretenida, que vuelve a demostrar que en Chile es posible hacer cine de género con estándares internacionales de calidad y profesionalismo. Buen ritmo y un cuidado trabajo técnico para una historia que mezcla elementos del cine policial, de terror e incluso del western, y que pese a sus elementos fantásticos se hace creíble gracias a su reparto; puede que a estas alturas ya no sea sorpresa que se luzca Luis Gnecco, y aunque Cristóbal Tapia-Montt es muy efectivo como protagonista, la revelación corre por cuenta del talentoso Nicolás Durán.
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