Columna de Lily Pérez: ¡Educación Cívica por fin!

Todos sabemos que mientras más informados o más sepamos de algo a la hora de tomar una decisión, más correcta ésta será. Ya sea si estamos en plena compra de útiles escolares, planeando algunas vacaciones o simplemente queremos ver qué ruta nos conviene más para ir al trabajo, siempre tratamos de informarnos para luego no equivocarnos.
Ahora bien, no podemos pensar que todas las decisiones que hacemos en nuestras vidas están igual de informadas, o que nuestra necesidad de informarnos es la misma. Por ejemplo, quienes son papás o mamás, saben que a la hora de elegir colegio es mucho lo que nos informamos. Vemos bien dónde queda, cuál es su rendimiento, si está enfocado al deporte, qué tan lejos queda de nuestros hogares, si económicamente es conveniente, etc. Pero, también, no es mucho lo que nos informamos sobre qué marca de zapatilla es más adecuada para nuestros hijos. Quizá algo por ahí preguntemos, pero no haremos el mismo esfuerzo que a la hora de buscar colegios. En pocas palabras, mientras más importante sea la decisión, más tendemos a informarnos.
Pero ¿qué pasaría si nos encontramos con algo muy importante, que nos afecta de manera determinante, pero que no tengamos ningún tipo de información? Pues bien, probablemente nuestra elección no sea más o menos mala. Quizá la hagamos con ganas, pero probablemente con el tiempo nos demos cuenta de que no nos representó mucho. Algo así como lo que está ocurriendo hoy en política.
Hoy en día, cuando la política pasa por una etapa de profundo cuestionamiento y por una gran falta de sintonía con la ciudadanía, informar a las personas sobre su rol en una democracia sana y activa es fundamental. Las personas deben conocer cuáles son los roles que cumplen quienes los representan y las funciones que tienen las instituciones que están a su servicio. Siempre he creído que la política es una actividad participativa, donde todos podemos aportar y construir, pero lamentablemente el desconocimiento a veces hace que la política no llegue adecuadamente a la gente, perdiéndose así muchos talentos jóvenes que podrían darle un aire nuevo a esta actividad. El conocimiento, además, siempre es bueno, ya que mientras más informada esté una sociedad, más preparada está para evitar que hechos lamentables como los que han manchado la política ocurran. Si sabemos cómo funciona el sistema, todos nos convertimos en parte activa de éste.
Urge, en este sentido, que el anuncio hecho en la última cuenta pública del 21 de mayo, sobre reintegrar la asignatura de Educación Cívica bajo el “Plan Nacional de Formación Ciudadana y Derechos Humanos” no sólo sea expedito, sino que prolijo y con una real consideración de todos los sectores de la sociedad que tengan algo que aportar. Es necesario que este plan represente de manera profunda la característica ciudadana de las personas, haciéndolos actores reales de cambio, siempre informados y siempre activos.
Espero, también, que se ocupe esta oportunidad única de dar una mirada moderna a los derechos humanos, ampliando la concepción que se tiene sobre estos. Es muy importante que las futuras generaciones comprendan que este término no es patrimonio exclusivo de un sector político, independiente de cuantas veces sus representantes lo repitan y que, en la actualidad, los derechos humanos hacen relación también con temas de discriminación, abusos, incitaciones al odio, entre varias otras.

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