Columna de Magdalena Piñera: ¿Los estudiantes sí, los camioneros no?

Con motivo de la protesta de los camioneros de La Araucanía, la Nueva Mayoría nos hizo retroceder 42 años en el tiempo y nos llevó a la década del 70 cuando Chile estaba dolorosamente dividido en dos bandos irreconciliables. Aunque llevamos 25 años de democracia, una minoría arrastró al país a un “revival” de los peores días de la Unidad Popular y de la dictadura de Pinochet, resucitando los mismos odios, la intolerancia, rencores y prejuicios que la mayoría de los chilenos ya superamos.

Por ejemplo, en aquella época la izquierda acusaba de sedición a los gremios que protestaban ante el gobierno de Allende. Pero que 40 años después, la izquierda vuelva a hablar de “sedición” y de “intento de desestabilización” porque 13 camioneros quisieron pasar frente a La Moneda, resulta francamente ridículo.

“Sedición” significa “alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión”. Por favor, ¿dónde está la sedición de los camioneros? ¿De qué maniobra de “desestabilización institucional” nos están hablando?

Ante tan delirante reacción, me pregunto ¿cómo habría reaccionado esta misma izquierda si hubiese estado gobernando el 2011 cuando miles de jóvenes -día tras día y durante meses- marcharon por la Alameda y frente a La Moneda? No recuerdo que las autoridades de entonces acusaran de “sediciosos” o “golpistas” a los estudiantes. Sí recuerdo que la oposición aplaudía con desbordante entusiasmo cada marcha y protesta, criticando siempre la acción del Gobierno cuando debía actuar para restablecer el orden. El mismo orden que -ilegalmente- quiso controlar el Gobierno a través de un decreto que, violando derechos y libertades constitucionales, prohibió el ingreso de camiones a Santiago.

Y es que, definitivamente, a la izquierda no le gusta que quienes pensamos diferente nos expresemos públicamente, y hacen sentir su censura con distintos recursos. Ayer,
 por ejemplo, algunos tuiteros de izquierda “denunciaban” la presencia de dos ex funcionarias del gobierno anterior en la manifestación de apoyo a los camioneros sin darse cuenta que, dado que ya no ejercen cargos públicos, ellas tienen total libertad para apoyar a quien quieran porque, gracias a Dios, estamos en Chile, no en Cuba o Venezuela, ni en la desaparecida -y nostálgicamente recordada- Alemania socialista. Vivimos en un Chile donde hay libertad de expresión y hay que respetarla aunque no compartamos las causas que movilizan a un grupo u otro.

A pesar de todo, finalmente como La Moneda no va a La Araucanía, La Araucanía fue a La Moneda. Fue así como, frente a la casa de todos los chilenos, desfilaron los camiones para mostrarles a las autoridades la evidencia material de la violencia que ellas niegan y se resisten a reconocer. Si desde los ventanales de Palacio no quisieron ver los camiones incendiados, tal vez presenciaron cómo agredieron e insultaron a Jorge Luchsinger Mackay, cuyos padres murieron quemados en su hogar, o la violencia de quienes apedrearon los camiones frente a la mismísima sede gubernamental. Es posible que, ante estos vergonzosos ataques, la familia Luchsinger y los camioneros hayan pensado que poco sentido tiene exigir al Gobierno que aplique la ley en La Araucanía si éste no es capaz de hacerla cumplir en su propia casa, La Moneda.  

Afortunadamente la mayoría de los chilenos sí sabe lo que pasa en La Araucanía y estoy segura que respalda plenamente a quienes piden paz y justicia, y el fin de la
violencia. Porque ésta fue la causa que motivó la manifestación de los camioneros y no la alucinante acción sediciosa que imaginaron unos pocos, ¿o sólo la izquierda tiene derecho a manifestarse en espacios públicos?

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