Columna de Rodrigo Severín: Nietzsche, “personaje conceptual”

Deleuze y Guattari, prominentes filósofos contemporáneos, desarrollan una curiosa idea en su escrito “¿Qué es la filosofía?”; la idea del “personaje conceptual”. Desde mi punto de vista es una idea en principio interesante, pero enrevesada y algo banal a fin de cuentas. Quizá una justificación de mi valoración se pueda entrever de lo que sigue, no obstante, en este breve espacio, me valgo de su dimensión de interés.

Sucede que me conseguí una copia de la formidable película “Días de Nietzsche en Turin” (está publicada en YouTube), que narra los últimos días de lucidez del filósofo alemán. Luego pasaría postrado por cerca de 12 años hasta que falleció el 25 de agosto de 1900, o sea, hace 115 años cumplidos la semana recién pasada. La efeméride me motivó a ver la película y a sacudir el polvo del Zaratustra de Nietzsche. Le llamaba “su” Zaratustra al texto, como si fuera su mascota, aparte de su creación.

El personaje conceptual se diferenciaría del personaje común y silvestre (¿cuál, me pregunto?), porque el pensador, los pensadores en la historia, lo han usado como recurso narrativo, o más precisamente discursivo, para expresar ideas o conceptos (en un ámbito protodramático, diría.) Este personaje, sin perjuicio de que sea la representación simbólica en la letra, de alguien que efectivamente existió, se vale de otros personas/personajes para establecer un diálogo hipotético en el que presume a sus interlocutores como “simpáticos” o “antipáticos”, eventualmente elaborado por el autor con fines didácticos y o estilísticos, evidentemente.

Algunos: “el cogito” de Descartes; Sócrates, en los diálogos de Platón; o bien el mismo Zaratustra en “Así habló Zaratustra”. Un personaje antipático sería, verbigracia, para el narrador pensante de “Más allá del bien y del mal”, de Nietzsche también, el idealizado filósofo Kant. Este sujeto se las manda en un determinado contexto, largando sin arrugarse: “[…] y Kant se volvió idiota […]”. Para más ejemplos es cosa de ponerse a revolver la biblioteca.

Lo curioso e interesante del planteamiento de Deleuze y Guattari es que este personaje conceptual cobraría vida interviniendo en la obra con la creación de su propios conceptos: “El personaje conceptual no es el representante del filósofo, es incluso su contrario: el filósofo no es más que el envoltorio de su personaje conceptual”, y después agregan: “El personaje conceptual no tiene nada que ver con una personificación abstracta, con un símbolo o una alegoría, pues vive, existe. El filósofo es la idiosincrasia de sus personajes conceptuales.”

Nietzsche, aparte de su Zaratustra, elaboró numerosos personajes conceptuales, como “el loco” de “La Gaya Ciencia”, famoso por su sentencia postrera que anuncia la muerte de Dios.

Los últimos días de Nietzsche en Turín, antes de su derrumbe síquico, transcurrieron con crecientes episodios bizarros y delirios megalomaniacos, hasta que el 3 de enero de 1889 se trenza con un cochero por azuzar a su caballo y termina abrazándolo (al caballo) antes de desplomarse.

Me late que su megalomanía le llevó caer en el precipicio de la alienación. Me aventuro a pensar que quiso ser personaje de sí mismo y encarnarse en él… o aquel, quién sabe.

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