La columna de Joel Poblete: “El Clan”, siniestro y cotidiano

Aunque desde su elogiado debut en 1999 con “Mundo grúa” ha desarrollado una valiosa trayectoria que lo ha posicionado a nivel internacional como uno de los principales referentes del renovado cine argentino que comenzó a florecer desde principios de la década pasada, sólo uno de los ocho largometrajes del realizador Pablo Trapero había sido estrenado previamente en nuestra cartelera: la notable “El bonaerense”, de 2002.

Por eso es una buena noticia que ahora llegue a los cines de nuestro país “El Clan”, la comentada película que se convirtió en fenómeno comercial este año al otro lado de la cordillera, y por la cual hace algunos días Trapero recibió el León de Plata como mejor director en la competencia oficial del Festival de Venecia.

Producida por Pedro Almodóvar -como el otro gran éxito internacional surgido de Argentina el año pasado, “Relatos salvajes”-, “El Clan” recrea un caso criminal emblemático en la Argentina de mediados de la década de los 80, que en los últimos años ha recuperado vigencia e incluso actualmente también es el centro de una publicitada serie televisiva.

Es la historia de los Puccio, una familia en apariencia normal y apacible, pero cuyo patriarca, Arquímedes, lidera secuestros a integrantes de adineradas familias en el Buenos Aires de los primeros años del regreso a la democracia, con la complicidad de su hijo Alejandro, una promisoria figura del rugby que no se siente cómodo con la doble vida de su entorno familiar y espera poder alejarse en algún momento de ese círculo.

Una excelente ambientación de época, apoyada por una acertada banda sonora que recurre a hits como el “Sunny Afternoon” de The Kinks o el “Encuentro con el diablo” de Serú Girán, es el marco para un absorbente relato que Trapero guía con fluidez, dinamismo y buen pulso narrativo, con un ritmo seguro y constante, y en el que a pesar de conformar un clásico relato policial no deja de lado su habitual mirada social que ha lucido en títulos como “Carancho” y “Elefante blanco”.

Bien filmada y “entretenida” a pesar de su sordidez, “El Clan” mantiene el interés del espectador, apoyada especialmente en su sólido elenco encabezado por un sorprendente Guillermo Francella -en un rol atípico en la filmografía de este popular comediante- y un convincente Peter Lanzani en un papel complejo y que genera la empatía del público a pesar de los hechos en los que se ve involucrado.

El cineasta ofrece un atractivo retrato de una realidad que alcanza ribetes espeluznantes, al disfrazar como cotidiana una existencia disociada y siniestra.
Puede que la película no sea tan perfecta o magistral como hacían pensar los elogios que precedían su estreno -algunos recursos o soluciones quizás no convenzan por completo a todo el mundo, como el montaje paralelo al ritmo del clásico “Wadu Wadu” de Virus, que entremezcla un crimen con una escena de sexo-, pero de todos modos confirma el indudable talento de su director y es otro buen ejemplo del envidiable buen estado del cine argentino actual.

“Te sigue”

Desde su estreno el año pasado en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, este segundo largometraje de David Robert Mitchell se ha convertido en una de las revelaciones del último tiempo, y muchos lo han saludado como uno de los mejores filmes de terror de las últimas décadas.

Como ya se ha dicho lo mismo de varios otros títulos que finalmente eran “mucho ruido y pocas nueces”, uno puede acercarse con cierto escepticismo, pero afortunadamente los elogios eran válidos: aunque en un principio puede parecer otro típico ejemplo de cine de terror adolescente, aprovecha muy bien su economía de recursos y genera una atmósfera inquietante y perturbadora sin recurrir a golpes bajos.

Bien filmada y con logradas actuaciones de su juvenil elenco, es cierto que no hay que exigirle mayor lógica y por supuesto que como suele ocurrir en este tipo de cine los personajes tomarán decisiones inverosímiles, pero de todos modos su mezcla entre el miedo, la tensión sexual adolescente y el gris y desolador ambiente urbano de Detroit, conforman un trabajo valioso y muy logrado.

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