Columna de Nicolás Copano: Tenemos que conversar

Hace unos días HispanTV (un canal de Irán con presencia corresponsal en Chile por increíble que parezca) subió a YouTube un video donde hablaba del proceso constituyente. En él, mucha gente aparecía diciendo que quería un cambio a la Constitución, porque “las cosas tenían que cambiar”. Luego se les preguntaba qué cosas. Y quedaba dando vuelta la sensación que a pesar que no tenían respuesta, algo se tiene que modificar en el ethos chileno.

PUBLICIDAD

Hay algo que no nos está gustando de vivir aquí. Lo loco es que al mismo tiempo tú vas a cualquier sitio internacional y Chile sale ranqueado fácil entre los primeros 10 países donde vivir es mejor.

Somos una isla mental. Todo parece que nos afecta. No tenemos muchas dimensiones los chilenos a la hora de enfrentar las cosas: si hace frío, es la peor tormenta, y si hace calor, la más grande de las sequías. Nos acostumbramos a dimensionar con miedo todo. Y ahora estamos más preocupados que ocupados en las cosas: nos hemos inventado debates. Nos metemos miedo: ¿cuándo se discutió en los cambios constitucionales el derecho de propiedad? Nunca. Pero ahí están titulando eso. Porque al fin y al cabo todos los subterfugios posibles son utilizados para lo que algunos quieren, que es simplemente hacer nada.

Y los chilenos quieren que se haga algo.

Nos hacen la trampa también: estamos con un espectro mediático reducido en ideas, no en cantidad de señales. No hay conversación de verdad: hay mímicas. Y ahí es donde no es que los periodistas sean de una tendencia determinada, sino más bien su formación es la de una forma en donde al ser la forma siempre más importante que el fondo, la mirada es a cuidar al que se viste mejor. Es que vienen de universidades donde así se demuestra autoridad.

Es una locura. Y nos afecta a todos. Las cosas se interpretan de mala manera y contagian al otro, que a la vez levanta un muro de desconfianza y activa su propia isla mental.

No nos damos cuenta dónde estamos ni por qué somos como somos, porque si empezamos a ver eso nos encontramos con un horror muy grande. Con mucha cuenta pendiente. Con mucho trato por el lado.

Lo que devela el conflicto de la colusión es por todos lados negativo: pongámonos que Eliodoro Matte se disculpa en serio. La pregunta es: ¿quién lo engañó y cómo fue engañado?

A mí me preocupa hace tiempo ver que los que tienen cierto nivel de estatus están rodeados de cortesanos perfil Pilar Sordo, en los que les dicen lo que tienen que sentir más que lo que tienen que ser. Fue lo que sucedió con el “Choclo” Délano que escribió en la esquina de un papel en un juicio “¿por qué me va tan bien?”, lo cual develaba que en sí estaba siendo convencido de alguna forma de un poder extraespecial.

Eso no nace de la nada amigos, eso se forma.

Se forma como también se ha tolerado en Chile no aceptar lo distinto y bajarlo. Se forma como cuando cada vez que hay una buena idea de Frente Amplio en la izquierda alguien sale con una pelotudez sobre la forma y se cae. Se forma como una derecha autoconvencida de ser más guardián de intereses que de sus propias ideas, como un grupito de limosneros. Y eso es peligroso.

Yo creo que nadie se merece vivir en un país así. Y sería bueno ir pensando en qué país se quiere vivir. Yo creo que sería muy bonito vivir en una nación donde al otro se le valore por lo que hace y no por donde nace. Un país donde haya medios democráticos y voces en todos lados. Sería muy bueno que lo público estuviese al nivel de lo privado y que así lo privado hiciese esfuerzos más grandes, y cuando se unan en alianzas todo pueda mejorar aún más.

Me encantaría ver empresarios que quieran entender a la gente de a pie y hagan gestos caritativos permanentes sobre la calidad de vida en las personas. Y me gustaría que las personas pudiesen emprender también para que de alguna forma, cuando alguien robe entienda que le está robando a alguien como él y no a un extraterrestre que no sabe cuándo y dónde se toman las decisiones de su empresa.

Sería bellísimo que pasara algo así. Sería hermoso que nos pudiéramos educar y hacer más preguntas y ser más solidarios y tener sueños colectivos que no se reduzcan a ganar una Copa América.

Somos tan felices cuando hacemos cosas en grupo. Nos han convencido que eso poco menos es comunismo, pero ¿saben? No lo es. Es simplemente lo increíble que es la especie humana que ha logrado traspasar el tiempo y regalar legado y hacer cosas extraordinarias.

Cuando nos juntamos, los chilenos, somos impresionantes. Hasta nos piden “parar con la solidaridad” cuando atochamos carreteras por ir a ayudar.

¿Por qué no nos juntamos a conversar de nuevo? Nos descargamos primero, pero después, cuando nos demos cuenta que el otro tiene hijos, sueño y va al baño, te aseguro que nos va a ir mejor a todos. Tenemos que conversar porque la gente quiere un cambio. Quiere gestos. Quiere ver las cosas normalizadas.

Queremos un país normal. Estoy seguro de eso.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

Tags

Lo Último