Columna de Beatriz Sánchez: ¿Hay lógica?

Justo el día después de conocer de la colusión del papel tissue, en la Radio La Clave, donde trabajo, entrevistamos a dos dirigentas sociales de Bajos de Mena, Viviana y Pilar. Junto a ellas estaban la presidenta y el director de la Fundación Amigos de Jesús de Cerro Navia, Popa y Felipe. Las primeras nos contaron de su lucha por vivir en condiciones dignas, los segundos de su pelea diaria para conseguir fondos que los ayuden a cuidar a niños discapacitados.

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Anoche revisé un reportaje antiguo de TVN, donde se mostraba a adultos mayores viviendo de la pensión solidaria, 85 mil pesos. Para comer, sobreviven con el rastrojo que encuentran en las ferias libres. Sí, me refiero a la fruta y verdura que se descarta y que queda literalmente botada en la calle.

En otro reportaje miré la lucha de dirigentes de barrios sociales de Alto Hospicio, instalados entre un basural y una planta de residuo de aguas. El mal olor y las moscas son parte de su paisaje diario.

Es la realidad de lo que podemos llamar ese Chile profundo, que está, pero no se ve.  O no lo vemos.

Viviana y Pilar se formaron en la carencia diaria. Entendieron que el Estado no estaba presente y decidieron organizarse. Hoy se sientan frente a frente con presidentes de directorios de empresas de servicios básicos y estudian para que “no las hagan lesas”.  En el caso de Popa y Felipe, ayudan a 70 familias que tienen a hijos discapacitados y que sin la ayuda de la fundación quedarían solos encerrados en sus casas mientras sus padres trabajan. Es necesidad profunda.

En uno de los reportajes a los que hacía alusión, mostraban la vida de dos mujeres que ganaban 85 mil pesos mensuales. A una de ellas, Ana, se le iban 50 mil en el pago de una pieza con agua y luz. Gastaba otros 25 mil en pagar la cuota del cementerio donde estaba enterrada su mamá y lo estará ella; y le quedaban 10 mil para completar el mes. Diez mil pesos para comer. Entonces no le queda otra que ir a buscar el rastrojo de la feria. Es la precariedad profunda.

Cuando conocemos de colusión, de precios abusivos, de poca competencia. De contratos truchos, de letra chica, de trampa. Son ellos los más afectados, son ellos los que ven mayor necesidad y es ahí donde la precariedad aumenta. ¿Por qué entonces no está el Estado? ¿Por qué el Estado no garantiza dignidad a las personas? ¿Por qué el Estado permite que unos se lleven todas las ganancias y otros todos los costos?

Lamentablemente, esto no se soluciona simplemente con una nueva ley o con una mejora en un “artículo legal”. Se mejora con un cambio profundo de la manera en que hemos “armado” Chile.

¿Tiene alguna lógica que alguien vaya preso porque vendió cds piratas y otro, que se colude 10 años afectando a todos los chilenos, no pague ni una multa?

Sinceramente… ¿Tiene lógica?

¿Tiene lógica que a un comerciante que no dio una boleta por la compra de 300 pesos en dulces el SII le cierre el local por unos días y a Johnson’s le haya perdonado miles de millones de pesos en multa? ¿Tiene lógica?

Los casos de colusión, son mucho más que un atentado a la libre competencia. Son una muestra de lo mal que se armó Chile. Son una muestra de quién vive los privilegios y quién sufre los costos en Chile.  Son una muestra de la necesidad de cambiar el trato.  Son una muestra de la necesidad de abrir el diálogo sobre qué Estado, qué modelo y qué mercado queremos.

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