Columna de Nicolás Copano: Viene la Teletón, es hora de matar los mitos

Estamos a dos semanas de comenzar una nueva edición de la Teletón, el evento anual que reúne a los canales de TV y figuras del espectáculo para entretener (y emocionar con historias increíbles) a las personas que van a hacer un acto muy simple: depositar en el banco dinero durante 27 horas.

Separo el show de las personas porque los protagonistas son ustedes y los chicos que se atienden, con su familia alrededor que es partícipe de los cambios.

Si ustedes no van al banco, el 70% del dinero no llega. Si no llega ese dinero, realmente afecta a los miles de pacientes de la organización. Pacientes que tienen un punto que hay que poner en claro: a diferencia de un resfrío, un chico que va a la Teletón tiene un desafío único en su discapacidad. No son enfermedades en serie.

Cada chico que va recibe un tratamiento integral, con cirugías, talleres de integración y aprendizaje, prótesis y órtesis. En este último punto se entregan 13 mil al año, que pueden llegar a costar hasta 2 millones de pesos y reemplazan la función de una pierna o una mano, que debe ser cambiada con el crecimiento de cada chico.

La meta es de 28 mil millones de pesos. Esos 28 mil millones de pesos van en directo beneficio de todo este ecosistema de rehabilitación increíble, que ha cambiado el país.

Hasta la aparición de la Teletón, los discapacitados eran escondidos por sus familias. Y miles no podían recibir la atención, con traslado (37 mil al año) para llevar a los niños a los institutos y luego a sus casas. No se olviden de eso.

No es un día la Teletón: un día, de 27 horas, se hace el milagro de hacer la plata en un país donde nos falta para tantas cosas. El resto del año se trabaja con mucho amor, con mucho orgullo dentro. Con las familias que sueñan ver a sus hijos caminar como todos los hijos, con los hermanos que sueñan jugar con sus hermanos como todos los hermanos.

Vivimos en una era de mierda donde todos dudan de todo. Y con justa razón: hay quienes nos han hecho daño. Pero en serio: un niño no tiene un plan, una familia de una población que tiene un chico discapacitado no está en la bolsa de comercio, un doctor que entrega su tiempo no está contando ahí, te aseguro, los billetes en un helicóptero de oro.

En la Teletón pasa algo increíble: no hay diferencia entre el que tiene y el que no tiene. En ese sentido es un sueño de democratización de lo que debe tender a ser Chile.

Te doy mi palabra, por último, si te sirve, que no hay chanchullo alguno. Que es un sueño legítimo de gente que no duerme para que esto pase y lleguemos a la meta. Algo que si pasara con tantas cosas, obviamente que habría muchos cambios en todo.

Porque todo cambia cuando te das un minuto para el otro. Anda a un centro de rehabilitación, con todas tus dudas. Muchos lo hacen y salen maravillados. Lo mismo corre con los que nunca creyeron que tendrían que ir a un centro Teletón para ayudar a sus hijos.

Eso se recoge en los testimonios del programa. Un programa hecho por mucha gente a pulso, que tiene sentimientos, que muchas veces se tiene que comer muy poca empatía, para levantar un monumento al ponerse en el lugar del otro.

Esos institutos son ejemplo mundiales para ser replicados. Centros de rehabilitación donde hay máquinas como la Lokomat, que cuesta 350 millones de pesos. Y ten la seguridad que cada vez que diste plata, contribuiste a una sonrisa de un padre o una madre, pero también al paso de un niño. Y los niños no pueden sufrir.

Hay críticos de la Teletón en circulación, que justo aparecen en estas fechas, sin propuesta el resto del año. Yo creo en la crítica, pero no me deja de llamar la atención que no exista un plan real, a diferencia del planteado por los profesionales y expertos de la institución, que realmente como hemos podido ver en primera fila los comunicadores que hemos sido invitados en diversas oportunidades a distintas instancias para colaborar. Colaborar gratuitamente y pongo el punto de las lucas en esta era de la desconfianza: la gran recompensa es ver la integración. No hay dinero que pague eso.

Por eso para mí, tal como colaborar con muchas ONG donde han contado con mi voz o presencia en sus eventos, ser parte de la Teletn es parte del compromiso real de la sociedad civil con la comunidad.

Durante este año me ha tocado integrar varios hitos de la Innovatón: una verdadera celebración donde universitarios trabajan ideas para los niños: desde la construcción de juguetes hasta soluciones tecnológicas diversas, inspirados en el trabajo con sus familias y los equipos de Teletón.

Y me emociona y entusiasma ser parte, como cuando era niño e intentaba pasar la noche mirando la transmisión e iba al banco y me sentía bien por ser parte de una obra en donde todos los chilenos, grandes y chicos, hemos construido un sueño.

Ahora tenemos un nuevo paso, además de juntar la plata en los próximos años: los esfuerzos por una integración real. Eso es en el mundo laboral. Tengo la confianza que se logrará, porque si hay batallas culturales en nuestros días, las nuevas generaciones las vencerán. Acabar con nuestros prejuicios y nuestro cinismo es el paso que debemos dar.

A los chicos de la Teletón cada paso les cuesta. Y nosotros estamos paralizados por uno: entregarles un espacio a nuestros hermanos que, como sea, son nuestros hermanos. En todos los rincones, también en el laboral.

Esta Teletón, la hacemos todos.

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