Columna de Maya Fernández: Tenemos gratuidad en la educación superior

La semana pasada el Congreso despachó el proyecto de ley sobre gratuidad en educación superior. La aprobación fue de todos los sectores, donde la derecha concurrió con sus votos para apoyar esta medida, algo no menor considerando que no creían en la gratuidad. Creo que el amplio apoyo obtenido, a pesar de todas las dificultades,  es la manera de avanzar para introducir reformas que perduren en el tiempo y logren transformar a Chile en un país más justo e igualitario.   

Si bien es un logro indiscutido del Gobierno, los equívocos en la gestión política hacen que parezca casi una derrota. El desgaste sufrido en el procesamiento de las diferencias en la Nueva Mayoría hacen que la victoria no pueda ser transmitida como tal a la opinión pública.  Las reformas siguen avanzando, pero continúa el problema político de no poder transmitir su significado a la ciudadanía, lo cual no es un asunto comunicacional sino político, en el sentido de plantear el tipo de sociedad que soñamos construir.
La derecha sufrió una derrota política importante, ya que se vio obligada a apoyar una política pública en la que inicialmente no creían.

Para la derecha, que defiende el sistema neoliberal, la educación es un bien más que cada persona o familia debe ir a comprar al mercado, los que pueden pagar para obtener una educación de calidad para sus hijos lo harán y los que no tienen recursos para ello obtendrán una educación de mala calidad. Así de sencillo son las cosas para la derecha.

Las personas progresistas creemos que la educación no puede ser un bien que regule el mercado.  La educación es fuente de promoción social, es la oportunidad para que las personas puedan desarrollar sus talentos y capacidades que les permitan insertarse laboralmente. Esa oportunidad la tienen que tener todos y todas sin la discriminación que produce el mercado.

Justamente, porque es necesario superar la lógica del mercado en la educación, no da lo mismo qué institución realiza el proceso educativo. El fortalecimiento de las instituciones de educación superior estatales se relaciona con ello en la medida que son instituciones que no operan con la lógica del lucro y son pluralistas en su orientación. Con ello, no se pretende acabar con la existencia de instituciones privadas que han hecho un aporte a la educación pública, sino lograr que el Estado tenga la capacidad de ofrecer una educación donde se garantice el pluralismo, el fomento a la investigación e innovación. Lo que no podemos aceptar como país es la degradación en que se encuentran actualmente las universidades estatales.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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