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Arabia Saudita ejecutó el sábado a 47 personas condenadas por «terrorismo», entre ellas a yihadistas sunitas de Al Qaida y al líder religioso chiita Nimr al Nimr, una figura de la oposición al régimen.
El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, una potencia chiita cuyas relaciones con Arabia Saudí son tensas, reaccionó de inmediato y prometió que Riad pagará «un precio elevado» por la muerte del Al Nimr, anunciada por el ministerio del Interior.
La lista de los ejecutados, que suelen ser decapitados con un sable, no incluye al sobrino de Nimr, Ali al Nimr, que tenía 17 años cuando fue arrestado.
Por su parte Mohammed al Nimr, hermano del líder chiita, advirtió que la ejecución «provocará la ira de los jóvenes» de esta comunidad minoritaria en Arabia Saudita, un país dirigido por la dinastía sunita de los Al Saud.
«Habrá reacciones negativas en el interior del reino y en el extranjero, pero esperamos que sean pacíficas», declaró por teléfono a la AFP.
Los condenados —45 saudíes, un egipcio y un chadiano— fueron ejecutados en doce ciudades, precisó el ministerio del Interior en una declaración oficial.
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Según las autoridades, fueron condenados por diferentes delitos, en especial por haber abrazado a la ideología radical «takfiri» (término generalmente utilizado para designar a los grupos radicales sunitas), por haberse unido a «organizaciones terroristas» y por haber realizado «complots criminales».
Nimr al Nimr, de 56 años, crítico feroz de la dinastía Al Saud, fue el líder de un movimiento de protesta que estalló en 2011 en el este del país, donde vive la mayor parte de la minoría chiita, una comunidad que se siente marginada.
El jefe religioso fue condenado a muerte en octubre de 2014 por «sedición», «desobediencia al soberano» y «tenencia de armas» por un tribunal de Riad especializado en casos de terrorismo.
– «Va a correr la sangre» –
Entre las personas decapitadas el sábado se encuentran también yihadistas sunitas condenados por su implicación en atentados en 2003 y 2004, reivindicados por el grupo Al Qaida del difunto Osama Bin Laden.
La lista incluye el nombre de Fares al Shuwail, detenido en agosto de 2004 y que los medios sauditas presentaron como el líder religioso de Al Qaida en Arabia Saudita.
En 2011, las autoridades del país establecieron tribunales especiales para juzgar a decenas de sauditas y de extranjeros acusados de pertenecer a Al Qaida y de haber participado en una ola de sangrientos atentados (más de 150 muertos) entre 2003 y 2006.
El actual príncipe heredero, Mohamed ben Nayef, que se salvó de un atentado de Al Qaeda, supervisó él mismo la represión contra el grupo.
El 1 de diciembre, la rama de Al Qaeda en Yemen amenazó con hacer «correr la sangre» si las autoridades sauditas decidían ejecutar a los yihadistas detenidos en Arabia.
«Oímos hablar de las ejecuciones que el gobierno de Al Saud tiene intención de practicar contra los hermanos muyaidines actualmente detenidos. Hacemos el juramento de sacrificar nuestra propia sangre para salvarles», afirmó Al Qaida en la Península Arábiga.
Se trata de las primeras ejecuciones del año 2016 en este país ultraconservador, que el año pasado ajustició a 153 personas, una cifra muy superior a los 87 de 2014, según un recuento de la AFP basado en cifras oficiales.
El «terrorismo», el asesinato, la violación, el robo a mano armada, la apostasía y el tráfico de drogas son susceptibles de la pena capital en Arabia Saudita, un país regido por una versión rigorista de la sharia (ley islámica).
Según Amnistía Internacional, Arabia Saudita es uno de los países que más aplican la pena de muerte en el mundo, junto a China, Irán y Estados Unidos.
En un comunicado en noviembre, Amnistía se preocupaba por la inminente ejecución de más de 50 prisioneros «condenados en juicios injustos».
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