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Soki, el auto eléctrico chileno que debutará en marzo en Santiago

En el Congreso del Futuro. El ejemplar fue presentado en la Plaza de la Constitución.

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La realidad nacional en relación a los altos índices de congestión vehicular y los niveles extremos e contaminación ambiental, requieren la incorporación de nuevas formas de transporte disponibles para la ciudadanía, sustentable y amigables con el medio ambiente.

La empresa Voze desarrolló durante 2015 su  segundo prototipo de auto eléctrico en Chile, denominado Soki, palabra proveniente de la lengua Selknam que significa “dos”, justamente porque este prototipo tiene espacio para dos ocupantes, a diferencia del primero bautizado como Luke, que era un auto monoplaza.

El CEO de Voze, Daniel Pavez, señala que “la idea es entregar un vehículo muy eficiente en el peso, en la forma aerodinámica y que nos permitiera con muy poca energía y una batería más pequeña, cubrir distancias de tipo urbano que permitan dejar los autos convencionales en casa”.

Soki tiene una velocidad acotada de 60 K/h, una batería que se carga por un periodo de 3 horas a través de una fuente de energía convencional, como las que tenemos en casa, y que tiene un costo monetario de $330 por recarga.

“Como forma de transporte es muy eficiente y lo positivo es que genera menos externalidades negativas con su uso, porque ocupa menos espacio, porque es más eficiente en términos energéticos y porque, lo más importante, no contamina”, acota Pavez.

El CEO de Voze concluye que en marzo de este año habrá cuatro ejemplares de de Soki en las calles de Santiago: dos serán vendidos a clientes; uno lo utilizará el propio Pavez; y el cuarto es de prueba. Tendría un costo de mercado cercano a los $8 millones.

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El gerente de Asuntos Públicos de Automóvil Club Chile, Alberto Escobar, señala que “cualquier iniciativa que tienda a disminuir los efectos de la emisión de los gases de efecto invernadero debe ser apoyada, más aún cuando el año pasado la capital sufrió una serie de episodios de contingencia ambiental».

Concluye que «detrás de los autos eléctricos exista una lógica de sustentabilidad y gestión urbana que es lo claramente le falta a Santiago”.

 

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