Quince años después de su contundente y prometedor debut con “Amores perros”, con sólo seis largometrajes y luego de ganar tres Oscar el año pasado como director, guionista y productor de “Birdman”, no es una exageración decir que el mexicano Alejandro González Iñárritu tiene a Hollywood a sus pies.
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Por si quedaban dudas, su nuevo filme, “The Revenant: El renacido”, no sólo lidera las nominaciones al premio de la Academia con 12 candidaturas, sino además amenaza con repetir sus logros del año pasado (ganar mejor película y director), y de paso ha generado mucha cobertura de prensa, tanto por el exigente rodaje en extremas condiciones climáticas y físicas, como también porque todo parece indicar que le permitiría al popular Leonardo DiCaprio -quien encarna al sufrido protagonista- ganar al fin ese Oscar al mejor actor que le ha sido negado a lo largo de una década a pesar de tres nominaciones previas en esa categoría.
Pero más allá de las apuestas y elucubraciones, los datos estadísticos y el revuelo mediático, la película es suficientemente atractiva por sí misma. Quizá no es la obra maestra que muchos esperaban, pero su violenta, cruda y a menudo frenética historia de venganza que transcurre en 1823, es tan salvaje como los invernales territorios en los que se ambienta, y aunque el guión -basado en la novela de Michael Punke, a su vez inspirada en un personaje real- puede parecer básico por cómo retrata algunos personajes y algunas soluciones argumentales que adopta, el resultado es indudablemente potente, en particular en términos visuales y sonoros.
Es que algunos momentos son en verdad impresionantes, tanto por la extraordinaria fotografía de uno de los mayores talentos contemporáneos en su rubro, el mexicano Emmanuel Lubezki -quien podría ser el primer ganador en la historia del Oscar en su categoría que es premiado a lo largo de tres años consecutivos-, como por los virtuosos y elaborados movimientos de cámara de algunas secuencias, tan bien complementados con los efectos de sonido y la efectiva banda sonora de Ryuichi Sakamoto y Alva Noto.
También es cierto que “The Revenant: El renacido” se extiende más de la cuenta e incluso se vuelve reiterativa, pero como experiencia física y sensorial no se le pueden hacer muchos reparos, ya que captura la atención del espectador y le transmite la desazón y angustia de su protagonista, mientras maneja la tensión y el suspenso en un marco natural deslumbrante. ¿Y DiCaprio? Una vez más se luce; si bien en términos actorales y expresivos este rol le ofrece menos variedad y despliegue que su protagónico en “El lobo de Wall Street”, que injustamente se quedó sin Oscar hace dos años, de todos modos se trata de una gran interpretación, por lo que si al fin recibe la estatuilla, no será sólo un “premio de consuelo”.
“Suite francesa”
Dirigida por el británico Saul Dibb (de quien en 2009 se exhibiera en Chile su anterior filme, “La duquesa”), esta adaptación de la segunda mitad de la exitosa novela homónima de Irène Némirovsky -publicada póstumamente en 2004, seis décadas después de que la autora falleciera en Auschwitz a los 39 años- sigue la misma trama del original literario: ambientada en una pequeña localidad rural en las afueras de París en 1940, cuando los nazis ocupan Francia, está protagonizada por una joven cuyo marido ha partido a la guerra, lo que la ha forzado a convivir con su suegra con la que no se lleva bien, situación que se complica cuando un regimiento alemán se instala en la zona y se ven obligadas a recibir en su casa a un oficial nazi por el cual la protagonista desarrollará sentimientos encontrados.
Con buen ritmo y un incipiente aliento romántico que logra superar los clichés y convenciones dramáticas, la historia sigue además otras líneas argumentales para reflejar a través de distintos personajes la permanente tensión y amenaza de esos tiempos, conformando un largometraje atractivo, en el que destacan especialmente la ambientación de época y las sólidas actuaciones del elenco.
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