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Cinco policías, entre ellos tres oficiales, murieron en un ataque contra un puesto de control de la península del Sinaí en Egipto, anunció el jueves el ministerio del Interior.
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El ataque, que no ha sido reividincado hasta ahora, tuvo lugar el miércoles por la noche en el Norte Sinaí, bastión de «Provincia del Sinaí», una organización yihadista leal al Estado Islámico y responsable de la muerte de centenares de policías y soldados egipcios.
Ya son más de 30 los ataques orquestados por el Estado Islámico (Isis) contra el gasoducto del Sinaí inaugurado en 2003 por el expresidente egipcio Hosni Mubarak y el rey Abdalá II de Jordania. El último ha ocurrido este jueves en Al Arish, la ciudad egipcia de la que parten los 255 kilómetros de tubería que la unen con el puerto jordano de Aqaba. El atentado, en el que han muerto cinco policías, evidencia la situación de Egipto, que ha pasado de ser el principal exportador de gas hacia sus vecinos a lidiar con recortes domésticos de energía y tener que buscar nuevos canales de importación en Rusia y Noruega. Con este panorama, Israel que importaba de Egipto el 40% del gas que consumía y Jordania, dependiente de esa fuente en un 90%, han comenzado a buscar alternativas.
En lo que va de año, las operaciones militares egipcias en el Sinaí han terminado con más de 40 miembros del Isis muertos y algunos de sus principales cabecillas detenidos pero, por el momento, Egipto parece incapaz de mantener sin interrupción el suministro hacia Israel y Jordania. “Ni una gota de gas llegará a Jordania sin el permiso del califato”. De esta forma se atribuía Ansar Beit al Maqdis -la rama egipcia del Isis- la autoría del ataque que hace diez días destruyó una sección del llamado Gasoducto Árabe cerca de Al Midan, al norte del Sinaí. Los sabotajes del Isis contra la tubería que lleva el gas egipcio a través de la península del Sinaí a Israel, Jordania y Siria se han convertido en una constante desde la caída del presidente Hosni Mubarak.
PUB/IAM