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El gobierno haitiano confirmó el jueves la realización de las elecciones presidenciales del domingo para evitar el riesgo de sumir al país «en el caos», a pesar de la negativa de la oposición de participar, la amenaza de violencia y las preocupaciones de la comunidad internacional.
«Desde que juré el cargo en 2011, siempre he dicho que me iría el 7 de febrero de 2016», dijo el presidente Michel Martelly en un discurso a la nación difundido la noche del jueves.
«Por eso queremos que el 24 de enero se respete. Las elecciones deben llevarse a cabo y se llevarán a cabo con orden y disciplina», aseguró el mandatario.
Desde hace dos meses, la oposición denuncia «un golpe de Estado electoral» fomentado por Martelly, quien no puede aspirar a un segundo mandato consecutivo, según la constitución.
En la primera vuelta de la elección presidencial realizada el 25 de octubre, el candidato oficialista Jovenel Moise obtuvo 32,76% de los votos, contra 25,29% de Jude Celestin.
Tras conocerse los resultados, el opositor se negó a hacer campaña así como a participar en las elecciones del domingo, según dijo en una entrevista con la AFP.
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«El 24 no, no iré a esta farsa, no será una elección, será una selección, ya que habrá un solo candidato», afirmó Celestin.
Inicialmente prevista para el 27 de diciembre, la segunda ronda de los comicios presidenciales y legislativos se fijó para el 24 de enero, tras una evaluación de una comisión independiente que a comienzos de enero emitió un informe en el que afirmó que las elecciones estuvieron «manchadas de irregularidades».
El Consejo Electoral Provisorio (CEP) reconoció buena parte de los miembros de las mesas electorales no estaban capacitados para la tarea y aseguró que tendrían mayor formación para la segunda ronda.
Mientras, miles de haitianos se manifestaron entre el lunes y el martes en Puerto Príncipe, bloqueando con barricadas en llamas las calles del centro y enfrentándose a la policía.
– ¿Desestabilización? –
Por su parte, los principales organizaciones de observación electoral haitianas indicaron el lunes en un comunicado «que no verificarán la consulta programada para el 24 de enero 2016, que el CEP quiere hacer pasar por unas elecciones».
Ante el recrudecimiento de la violencia, la Organización de Estados Americanos (OEA), que desplegó una misión de observación electoral en el país, expresó el miércoles su «preocupación por el estancamiento político que prevalece en la ejecución de la segunda ronda las elecciones presidenciales».
La OEA «insta a todas las clases políticas haitianas a seguir el camino del diálogo y la negociación con el fin de encontrar una solución viable a este callejón sin salida».
Pero el jueves, en la radio, el presidente denunció con un tono firme «una gran conspiración para tratar de desestabilizarnos».
«Empezaron a mostrarnos cómo iban a dirigir el país», dijo Martelly en su discurso a la nación, aludiendo a la violencia que se produjo en las manifestaciones. «Decidieron sembrar el terror en Puerto Príncipe: quemaron neumáticos, rompieron las ventanillas de los coches, quemaron tiendas, robaron a los pobres. Asustan a la gente para que no vaya a votar».
El primer ministro, Paul Evans, mostró su apoyo al presidente al afirmar que «hay dos proyectos: el primero es el 24. El otro proyecto es el caos».
Unos comentarios que no dejan de agitar la ira de los opositores. El viernes está programada una nueva manifestación.
En las protestas anteriores, los manifestantes expresaron claramente su intención de perturbar el buen desarrollo de las elecciones. «Preparamos nuestras armas, no habrá elecciones el domingo», avisaron.
Treinta años después del final de la dictadura de los Duvalier, Haití sigue luchando para celebrar elecciones que no sean cuestionadas y que despierten el entusiasmo de la ciudadanía.
En la primera vuelta de los comicios, apenas acudió a las urnas el 26% de los electores, una clara señal de la brecha entre la clase política y la población, sumida en la extrema pobreza.
PUB/IAM