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El paquistaní Naveed Gul, director de una escuela primaria en Peshawar, tiene un guardia armado frente a su oficina y no duda en sacar un arma mientras sus alumnos están en el exterior para la clase matinal. «Es una pistola M20, fabricada en China, y funciona perfectamente», asegura.
El debate sobre si hay que armar a los profesores vuelve a estar de actualidad en Pakistán pocos días después del ataque de los talibanes contra una universidad del noroeste del país en el que murieron 21 personas.
Entre los fallecidos hay un profesor de química, Syed Hamid Husain, que murió disparando en defensa de sus alumnos. Según sus estudiantes, este profesor de 33 años, padre de dos hijos, murió protegiéndolos de los talibanes que el pasado miércoles asaltaron la universidad de Bacha Khan, en la ciudad de Charsadda, en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa.
Los profesores de esa universidad tenían permiso para llevar armas desde que en 2014 los talibanes mataron a más de 150 personas, la mayoría niños, en un ataque en una escuela de Peshawar, la capital provincial.
Por eso Naveed Gul, el director de esta escuela pública Akhunabad de Peshawar, no duda en guardar su pistola, una imitación de un arma soviética de la II Guerra Mundial en el cajón de escritorio porque, dice, le hace sentir más seguro. «Si tienes armas puedes luchar», asegura este hombre de bigote engominado. «Si viniera un terrorista mientras estoy aquí sentado sacaría automáticamente la pistola», explica reproduciendo los gestos.
Según psicólogos estadounidenses consultados recientemente por AFP, los tiroteos en masa como los ocurridos en Pakistán pueden provocar un estado de alerta cercano a la paranoia. Pero Gul se considera un hombre práctico en un país donde las escuelas son con frecuencia objetivo de ataques talibanes, como el tiroteo en 2012 contra la colegiala Malala Yousafzai en Swat o las masacres de Peshawar el año pasado o la de la universidad hace unos días.
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– «No tememos a nadie» –
El viernes, el grupo talibán que llevó a cabo el asalto en Charsadda prometió seguir atacando a las escuelas, que considera «criaderos» para los que desafían la ley divina.
Según Shaukat Yousafzai, un portavoz provincial, Khyber Pakhtunkhwa sólo dispone de 55.000 policías, insuficientes para garantizar la seguridad de sus 68.000 escuelas, y por eso las autoridades permitieron que los profesores lleven armas.
«No hay ningún problema en usarlas en caso de ataque», afirma. Pero según Saad Khan, un general de brigada retirado y ahora consultor, es una decisión «estúpida». «Son hombres jóvenes, si hay un tiroteo se exaltan los ánimos y ya se sabe lo que pasa si hay armas», asegura, pidiendo que se estudien las causas de la violencia en vez de armar a los profesores.
Syed Hamid Husain, el profesor de química que murió en la universidad, era un académico brillante pero, según su familia, cambió tras la masacre de la escuela de Peshawar en 2014. «No sabemos de donde sacó todo ese valor», dijo a AFP su hermano mayor, Sajjad, que se siente orgulloso por haber defendido a sus alumnos a pesar de que, según cuenta, cuando era niño se desmayaba cuando veía sangre.
En la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, los padres y los alumnos están de acuerdo en que los profesores lleven armas. «Así pueden luchar y matar quizá a dos, tres o cuatro personas», dice Ehsanullah, que tiene a un hijo en la escuela del profesor Gul. «No tememos a nadie», afirma por su parte Shafey Hussain, un niño de diez años.
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