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Chile está entre los 10 países pesqueros más importantes del mundo. Así de categórica es la ONU. La Pesca y la Acuicultura representan un gran negocio en Chile, un país con acceso al océano Pacifico en todas las regiones, lo que, en suma, a la diversidad climática terminan por generar un ambiente productivo e idóneo para esta actividad.
Muchos empresarios notaron esto desde tempranas décadas y empezaron a explotar el mar. La lógica era pescar lo máximo en el menor tiempo posible. Por eso, en 2001 Ricardo Lagos regularía la actividad con la Ley de Límites Máximos de Captura por Armador (Lmca). Esta ley definió cuotas anuales de captura máximas para empresas, restringiendo cantidad de naves y capacidad de bodegaje. Para efectos prácticos, esta ley estableció cuántos peces se podían pescar, a partir de cuántas naves y bodegas, por el plazo de 10 años. El Estado no recaudó nada por estos permisos.
El mar chileno se extiende por 200 millas marítimas. Las primeras 5 millas son exclusivas para pescadores artesanales. Pescar para vender. Piense en caletas y ferias libres. En las 195 millas restantes pueden operar exclusivamente pescadores industriales. Grandes naves que pescan toneladas de especies, las cuales mayormente procesan y convierten en harina de pescado.
Chile posee 4 macrozonas de pesca: XV a III región, III región a IV, V a X región y XI a XII región. Los principales recursos que ofrece el mar chileno son el jurel, la anchoveta y la sardina. Las empresas más grandes de Chile son Blumar, Camanchaca, Landes, Orizon y Corpesca. En total 9 familias concentran el 90% de la pesca industrial de estas especies.
En 2011 el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, advertía la sobreexplotación del mar y la necesidad de actualizar su regulación. Vencían las cuotas y los desembarcos y el tamaño de especies, como el jurel, disminuyeron considerablemente. Peces más pequeños. Y es que la captura de peces tan “jóvenes” interrumpió su proceso de reproducción.
El Presidente Piñera optó por enviar al Congreso una nueva Ley de Pesca, la cual asignaría un 50% de cuotas de pesca a los actores ya existentes. El 50% restante sería licitado, para que el Estado recaudara algo por el derecho a explotar el mar. Estas cuotas serían extensivas por 20 años. No obstante Blumar, Corpesca y las restantes empresas se opusieron y demandaron la totalidad de las cuotas. El nuevo ministro de la cartera, Pablo Longueira, les dio la opción de acceder siempre que lograran acuerdo con los pescadores artesanales. Así fue. La ley se aprobó.
Hoy la Ley de Pesca está bajo la lupa por presuntos pagos que habría hecho Corpesca a parlamentarios y funcionarios públicos por facilitar su trámite y aprobación. El posible cohecho aúna mucho rechazo, pero pareciera ser que la sobrexplotación no. Mi madre el otro día fue a la feria libre y comentó que le dieron “3 merluzas chiquititas por $2.000”. “El jurel ya poco se ve”. “La que ha bajado harto de precio es la reineta”. Simples apreciaciones que anticipan el futuro de la industria. Recursos naturales sobreexplotados gratuitamente.
Matías Godoy
Director de Economía para Todos