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El juicio de Reinhold Hanning, de 94 años, antiguo guardia del campo de concentración de Auschwitz y acusado de complicidad en la muerte de miles de personas, se inició este jueves en Detmold, en el oeste de Alemania.
Debido a la enorme atención mediática que suscita, y al número de partes civiles –unas 40, procedentes de varios países (Canadá, Israel, Hungría)–, el juicio no se celebra en la sede del tribunal y fue desplazado a los locales de la Cámara de comercio e industria, alejada del centro de la ciudad.
Una hora antes de la apertura del juicio, unas 50 personas esperaban ante el edificio para poder entrar en la sala. Varios coches de policía, así como dos agentes a caballo, estaban presentes en el lugar, constató un periodista de la AFP.
El inicio de la audiencia será dedicado al acta de acusación contra Reinhold Hanning, cuyo juicio durará al menos hasta el 20 de mayo.
El exguardia del campo de concentración, cuyo estado de salud le permite solamente dos horas de audiencia por día, está acusado de «complicidad» en la muerte de al menos 170.000 personas entre enero de 1943 y junio de 1944.
Es pasible de tres a 15 años de prisión, una pena esencialmente simbólica dada su edad.
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Es el tercer acusado de una ola de encausamientos tardíos, iniciada con la condena en 2011 de John Demjanjuk, exguardia de Sobibor, condenado a cinco años de cárcel. Ese juicio, que levantó gran interés, relanzó el rastreo de los últimos nazis, en un intento de recuperar el tiempo perdido tras décadas de letargo judicial.
El año pasado, fue también juzgado Oskar Gröning, excontable de Auschwitz. Otros dos antiguos miembros de las SS serán procesados a fines de febrero en Neubrandenburg (noreste) y luego en abril en Hanau (oeste).
«La edad no tiene ninguna importancia», estimó en la prensa el fiscal Dortmund Andreas Brendel, a cargo de la acusación contra Hanning. La justicia alemana «debe a las víctimas y a sus familiares» juzgar los crímenes del III Reich.
– Nunca es tarde –
Se trata asimismo de reparar in extremis las «carencias de la justicia alemana» recuerda Christoph Heubner, vicepresidente del Comité Internacional Auschwitz. De los 6.500 SS del campo que sobrevivieron a la guerra, menos de 50 han sido condenados, en un ambiente caracterizado en Alemania por el deseo de pasar página, y además debido a la fuerte presencia de exnazis en la magistratura.
«Este juicio debió celebrarse hace 40 o 50 años. Pero nunca es tarde para revivir lo que ocurrió» afirmaba, la víspera del juicio, Justin Sonder, de 90 años, que perdió a 22 miembros de su familia bajo el régimen nazi y fue deportado a los 17 años.
Unos cuarenta supervivientes de la Shoah y descendientes de estos últimos, que harán el viaje desde Israel, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, se constituyeron en parte civil. Más de 70 habían asistido el año pasado al juicio de Gröning, que fue condenado a cuatro años de cárcel.
Angela Orosz, jubilada canadiense de origen húngaro, de 71 años, fue uno de los dos bebés que sobrevivió a Auschwitz y testificará para «mantener en vida» la memoria de las víctimas del Holocausto, y porque cree que todo el personal del campo «contribuía a la maquinaria de muerte».
No existe ninguna prueba contra Hanning de que haya cometido un acto criminal preciso. Se lo acusa de haber sido parte del «funcionamiento interno» del campo de Auschwitz, en el que fueron exterminadas 1,1 millones de personas, la gran mayoría judíos.
Hanning, un joven obrero que entró en las Waffen SS en julio de 1940, fue transferido a inicios de 1942 a Auschwitz. Fue miembro de las Totenkopf, una unidad de las SS cuya insignia era una calavera, trabajó en el campo de base Auschwitz-I y supervisaba a veces la llegada de prisioneros al campo de Birkenau.
Aunque tenga la palabra este jueves, nada indica que hable. A diferencia de Oskar Gröning, que testificó en un texto distribuido a los medios para «luchar contra el negacionismo», antes de pedir perdón en el juicio a las víctimas, Hanning jamás ha aludido en público a su pasado.
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