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El papa Francisco partió este viernes hacia Cuba para mantener una reunión histórica con el patriarca ortodoxo ruso Kirill. El encuentro se realizará antes de que Fra a México, donde abogará por los derechos de los migrantes y las víctimas de la violencia.
El duodécimo viaje apostólico del papa argentino comenzó en el aeropuerto romano de Fiumicino (Italia), hacia las 07:45 hora local, con destino La Habana, adonde debería llegar hacia las 14:00 (Cuba).
En una sala del mismo aeropuerto José Martí se llevará a cabo el histórico encuentro entre el jefe de la Iglesia católica y el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, el primero de la historia tras el cisma de hace casi un milenio, en el año 1054.
Francisco adelantó su vuelo a México para poder realizar la escala en Cuba, mientras Kirill, que se encuentra ya en la isla caribeña, proseguirá luego una gira de 11 días por otros países de la región, entre ellos Brasil y Paraguay.
El papa será recibido por el presidente cubano, Raúl Castro, quien se desempeñó como facilitador de la reunión, la cual se concluirá tras unas dos horas con una declaración conjunta. Se dice que el papel de Raúl Castro sería una devuelta de mano, por el papel jugado por el Papa en las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba, que terminaron con la reactivación de las relaciones entre ambos países después de medio siglo.
Los líderes de las dos grandes iglesias cristianas están preocupados por la violencia del radicalismo islámico y la persecución contra los cristianos, tanto católicos como ortodoxos, en Medio Oriente y África del Norte y Central.
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Putin, entre ‘bambalinas’
La reunión que el Vaticano trató de organizar en vano por décadas en Europa se fraguó con gran secreto, en parte debido a las resistencias de algunos sectores del patriarcado de la Iglesia ortodoxa rusa, que representa a 130 millones de fieles sobre un total de 250 millones de ortodoxos.
Para muchos analistas, los estrechos vínculos entre el patriarcado y el presidente ruso, Vladimir Putin, dan a la reunión una dimensión política y estratégica.
«Tras las bambalinas hay un tercer protagonista: el presidente Putin», sostiene en su blog el vaticanista Marco Politi, quien recuerda que Francisco recibió el año pasado en dos ocasiones al líder ruso en el Vaticano.
«Sería una ingenuidad pensar que la repentina disponibilidad del patriarca no está relacionada con el papel de Rusia en este momento geopolítico», escribió Politi.
Rusia presentó el jueves una propuesta «concreta» de alto el fuego en Siria y espera la respuesta estadounidense. La estabilización de Siria y el freno al terrorismo yihadista son dos asuntos que Moscú sopesa ante EEUU.
Acusada por décadas de proselitismo por parte de los ortodoxos rusos, la Iglesia católica intenta superar la desconfianza y evitó condenar la política intervencionista de Putin en Ucrania, gesto apreciado por la Iglesia rusa, aunque criticado por los católicos ucranianos de rito griego, que apoyan al Gobierno ucraniano.
En México, la herida de la violencia
El papa argentino proseguirá luego su viaje a bordo del avión AZ330 de Alitalia hacia Ciudad de México, adonde llegará tras dos horas de vuelo, a las 19:30 locales.
Francisco será recibido por miles de personas con linternas y teléfonos móviles encendidos para establecer un récord mundial gracias a una multitudinaria «valla de luz y de oración».
Se tratará de la séptima visita de un pontífice a México, el segundo país más católico del mundo después de Brasil, con unos 100 millones de bautizados.
El papa latinoamericano, que conoce los grandes males y sufrimientos de su continente, llegará a un país sacudido por una violencia inaudita, donde la víspera murieron al menos 52 personas por un motín en la cárcel de Monterrey.
Con su visita de cinco días, Francisco desea dar voz y esperanza a los migrantes, a las víctimas de las bandas criminales del narcotráfico, de los tráficos ilegales, de la corrupción, los abusos y la pobreza.
De acuerdo con las cifras entregadas al papa en diciembre por organizaciones humanitarias, unas 80.000 personas han muerto y otras 26.000 desaparecieron por la violencia en ese país desde 2006.
Francisco, que pernotará siempre en la sede de la nunciatura de Ciudad de México, decidió personalmente cada una de las etapas y rendirá homenaje a los miles de migrantes latinoamericanos, entre ellos muchos centroamericanos, los cuales atraviesan México rumbo a Estados Unidos en pos de una vida mejor.
De Ecatepec, uno de los municipios más violentos en la vasta periferia de Ciudad de México, a Morelia en Michoacán, pasando por la región de Chiapas en la frontera con Guatemala, donde nació el movimiento revolucionario zapatista, el papa tocará con la mano la realidad social de ese país.
Su viaje terminará en la temida Ciudad Juárez, en la frontera de Texas, tristemente célebre por los feminicidios.
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