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Cuando el 16 de junio de 2015, el multimillonario y estrella de televisión, Donald Trump, anunció su intención de competir por la presidencia estadounidense en 2016 –apoyado del Partido Republicano– poca gente tomó en serio su decisión.
Al principio todo parecía ser una broma, un show que solo duraría días, pero ahora Trump se ha convertido en el más serio aspirante de la derecha a la Casa Blanca.
Sin importarle si sería odiado, desde un principio Trump envolvió su candidatura en polémicas. Su primer discurso incluyó críticas hacia los inmigrantes mexicanos y la promesa de construir un «gran muro» en la frontera con México, declaraciones que lograron la atención mediática.
Sin embargo, no fue el único ataque en el que se ha «apoyado» durante su campaña. También se incluyó críticas y fuertes comentarios contra mujeres, musulmanes, Barack Obama, Hillary Clinton y cada uno de sus rivales republicanos.
Durante los últimos meses Trump ha sabido qué hacer y qué decir para no dejar de ser tendencia y aumentar su número de seguidores.
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Poco a poco el precandidato fue colocándose en los favoritos de distintas encuestas incluidas las de CNN, NBS, Wall Street Journal.
Pero fue hasta las primarias del Partido Republicano que Trump demostró que su campaña no es solo un «juego».
Luego de que fuera derrotado por Ted Cruz en las elecciones primarias de Iowa, Trump encontró la manera de que esa situación no se repitiera.
Para las primarias del estado de New Hampshire, el precandidato se colocó como ganador con 35,3 por cientos de los votos.
Si alguien dudaba de que Trump se colocaría entre los favoritos para volverse candidato de los republicanos llegó su triunfo en Carolina del Sur, con 32,5 por ciento de los votos a su favor.
Tras proclamarse vencedor en las primarias de Nevada, con un porcentaje de 45,9 a su favor, trump cosechó su tercera victoria consecutiva aferrándose a la primera posición de la carrera republicana y demostrando que su candidatura dejó de ser una broma hace mucho tiempo.