Ahora sí, se nos apareció marzo. El lunes, la inmensa mayoría de los colegios comienza las clases. Y mañana termina el Festival de Viña del Mar, que ocupa la atención de la prensa y medios, con lo bueno y malo que ello tiene.
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Por una parte, una celebración de música, espectáculo y sana distensión. Por otro lado, quizá un exceso de farándula, liviandad y bastante de mal gusto. No tanto el espectáculo en sí, sino lo que lo rodea.
En fin, ojalá se propongan subir el nivel del espectáculo, sobre todo el humor. No es necesario abusar de los garabatos, chistes de doble sentido, para resultar graciosos. Se extraña mayor inteligencia, sagacidad, complejidad en el humor. Todo muy básico.
Soy de la idea que la crítica a los políticos nos hace mal como sociedad. Hay que cuidar la democracia. Enlodarlo todo, haciendo pasto para la hoguera de quienes se dedican a «la cosa pública» nos hace mal como sociedad.
Paradójicamente, las mayores críticas a los políticos no redunda en que mejoren su oficio. Al contrario, son cortinas de humo en que los que merecen sanciones salen favorecidos. En la polvareda, se esconden y no se les sanciona. Y, quienes sí hacen bien su pega, salen perjudicados, ya que gastan más tiempo en defenderse de falsos reproches que en hacer bien su trabajo.
Todos perdemos con un humor fácil, que finalmente queda en críticas vacías, que nos regalan la apariencia de condena, pero no es tal. Si alguien tiene algo contra otro, recurra a los tribunales de justicia o bien, castigue el mal desempeño de los políticos en las urnas, que es donde se evalúa el buen o mal desempeño de su trabajo. Así de simple.
Pero de nuevo a las clases. Un par de sugerencias.
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Lo primero, que en esto de la educación estamos todos implicados. Invito a los padres a involucrarse más en la educación de los hijos. Acompañar, estimular, corregir, exigir. Son verbos que deben estar en las conversaciones habituales de los padres de familia.
Todos somos estudiantes. No se endosa sin más la educación de los hijos a una institución. Los niños y jóvenes aprenden sus buenas o malas costumbres en la casa. Eso es insustituible. La educación de calidad comienza ahí, en el nido familiar, en la mesa del comedor, donde se tienen los mejores diálogos y se aprenden hábitos tan importantes en la vida como escuchar, dar la palabra, pedir por favor, agradecer.
Que tengamos todos un buen año. Los cristianos celebramos el «Año de la Misericordia» en que el papa Francisco nos invita a darnos con mayor generosidad, alegría y sencillez a los demás. Haga suya esa invitación. Vivirá el año mejor, será más feliz y hará más felices a los que lo rodean.
¡Ánimo y buen mes de marzo!
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