Sobre un total de casi 4.900 candidatos, sólo 500 son mujeres y ninguna figura en la lista de aspirantes a la Asamblea de Expertos, que elige al guía supremo de la República Islámica, y también se renueva este viernes.
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El presidente moderado Hasan Rohani nombró tres mujeres vicepresidentas, pero en el Parlamento sólo hay nueve diputadas de un total de 290.
Desde la fundación de la República Islámica en 1979, la cifra máxima de diputadas fue de tan solo 14.
Irán tiene una población de 79 millones de habitantes, de los cuales el 50,4% son mujeres.
Ante ese flagrante desequilibrio entre población y representación política, militantes de la causa femenina lanzaron la campaña «Cambiar la cara masculina del Parlamento».
El primer objetivo es obtener en estas elecciones una cincuentena de diputadas, lo que sería un gran paso adelante, explica Jila Shariatpanahi, una de las militantes influyentes de la campaña.
«En el Parlamento o en la Asamblea de Expertos nuestro objetivo es luchar contra la discriminación», dice Shariatpanahi a la AFP.
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Para la Asamblea de Expertos, integrada por 88 miembros, la tarea será imposible ya que las 16 mujeres que aspiraban a ser candidatas fueron eliminadas por el Consejo de los Guardianes de la Constitución, que controla las elecciones en Irán.
Una mujer, Monireh Gorji, formó parte de la primera Asamblea de Expertos, pero desde entonces fueron sistemáticamente excluidas de esa institución clave de la República Islámica.
Nada impide que las mujeres tengan cargos de primer plano, sostiene Jila Shariatpanahi, una física que participó en el programa nuclear iraní entre 1975 y 1987.
La presencia de mujeres vicepresidentas en el gobierno de Rohani -encargadas del Medio Ambiente, de la Mujer y de Asuntos Jurídicos- es una etapa positiva, pero si se tiene en cuenta que entre los estudiantes universitarios hay más mujeres que hombres es insuficiente, agrega Shariatpanahi.
En las circunscripciones en las que no hay candidatas, el grupo feminista recomienda votar por candidatos sin pasado «anti-mujeres».
«Nuestro objetivo final es que haya 50% de diputadas en el Parlamento», dice Shariatpanahi, que admite que para lograrlo serán necesarias varias etapas.
Primero tiene que haber «un cambio cultural de la gente, un cambio cultural de los responsables», agrega.
A diferencia de otros países musulmanes vecinos como Irak, en Irán no existe una cuota de diputadas.
Las principales corrientes políticas que participan en las elecciones del viernes llevan mujeres en las listas, pero en cantidad limitada.
En Teherán, por ejemplo, los conservadores presentan seis mujeres de un total de treinta candidatos, y los reformadores ocho.
Somayeh Tahmasebi, de 52 años, jefa de la sección femenina de la Alianza de los Reformadores y Moderados, partidarios del presidente Rohani, forma parte de las mujeres cuya candidatura para la Asamblea de los Expertos fue rechazada.
«Desde la revolución, las mujeres alcanzaron un alto nivel de educación y se especializaron en diferentes ámbitos, pero no se respondió a su demanda a pesar de sus calificaciones», dice.
«Nuestros dirigentes, principalmente hombres, deben sacar las conclusiones y ofrecer puestos correspondientes al nivel de las mujeres calificadas, lo que requiere un cambio cultural», explica Tahmasebi.
«Los tradicionalistas existen en todas las sociedades y se caracterizan por el miedo al cambio», explica Tahmasebi.
«Esperemos que los reformadores» sepan «responder a las demandas de las mujeres y los jóvenes», dice.
PUB/IAM