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Columna de Alida Mayne-Nicholls: “Medianoche en Marble Arch” de Anne Perry

Desde 1979 la escritora Anne Perry ha publicado una treintena de novelas de misterio protagonizadas por Charlotte y Thomas Pitt. No eran una pareja cuando comenzó la serie y desde entonces han sido creciendo, madurando, formando una familia y acumulando investigaciones de crímenes. Medianoche en Marble Arch no es el último de sus misterios, pero sí de las traducciones. Ambientada en 1896, en la fase final de la era victoriana, esta novela nos enfrenta con dos crímenes horribles, dos historias que van corriendo en forma paralela. Por un lado, Pitt investiga la violación sufrida por la hija del embajador portugués. Por otro, su exjefe, Narroway, investiga la violación y muerte de la esposa de un banquero. Aparte de las escenas de acción finales, el libro no se aventura en ese aspecto. Más bien se trata de investigaciones hechas a pulso, entrevistando y consultando fuentes. Aunque lo realmente central es el tema social y Perry aborda el crimen de la violación de manera frontal y sin resquemores: habla de los prejuicios, de cómo la víctima es transformada en responsable en el marco de una sociedad machista, en que la mujer vale solo en cuanto posesión intocada de los hombres.

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La investigación que tanto Pitt como Narroway realizan es difícil: no tienen cómo probar las violaciones, ya que la palabra de las mujeres –una de las cuales identificó a su agresor– no es considerada. El rol de los personajes femeninos es clave, tanto Charlotte como su tía Vespasia pueden manifestar lo que los hombres no logran siquiera vislumbrar: “–¡Por el amor de Dios, Thomas!– dijo Charlotte entre dientes–. ¿Cómo diantres vas a saber cuántas violaciones se producen? ¿Quién habla de ello? ¿Quién lo denuncia a la policía? ¿Crees que solo les ocurre a chicas que a nadie le importan? ¿O a mujeres fáciles que invitan a ello comportándose como fulanas? Y ya puestos, ¿que nunca son chicos a los que conocemos quienes hacen esas cosas?” (142). Charlotte está furiosa cuando increpa a su marido, pero no cree que haya mujeres que inviten a ser violadas, como parece deslizarse en la cita. Aunque ella no es la víctima, se siente involucrada íntimamente; no puede evitar ver a su propia hija en la joven violada. De la misma manera, Thomas se pregunta si hace lo correcto en la crianza de su hijo para que no se convierta en un violador. Perry transforma los dos casos policiales en una discusión política y social: qué clase de sociedad es a la cual le damos forma, qué hacemos por criar menos violadores, y darle justicia y dejar de estigmatizar a las mujeres violadas.

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La recreación de época, con sus acciones y diálogos medidos es una de las fortalezas del libro. Lo mismo que sus personajes, en los que la autora ha estado trabajando durante décadas. Por un lado, Perry desnuda una época supuestamente grandiosa, al mostrar las mezquindades escondidas. Al mismo tiempo nos hace pensar en el hoy, porque cada descripción que realiza, cada aproximación a la violación y a la forma en que las mujeres son juzgadas no ha cambiado mucho en estos más de cien años. De hecho, solo el año pasado Ignacio Walker al hablar  sobre la supuesta dificultad de probar que había ocurrido una violación decía que puede ser una “puerta abierta para cualquier aborto si la única condición es la palabra de la mujer”, en el contexto del proyecto de despenalización del aborto. Es decir,  en 2016 como en 1896 la palabra de la mujer parece no representar nada.

Medianoche en Marble Arch  es un libro que atrapa. Bien escrito, con personajes bien construidos y un suspenso que parece indispensable en una buena novela de misterio. Pero a la vez es actual y nos enfrenta a temas que siguen barriéndose bajo la alfombra. En ese sentido, el punto de vista de la narración es indispensable, al dejar en evidencia los prejuicios y plantear claramente que las mujeres no son responsables de las violaciones. Cierro con las palabras de Charlotte Pitt a su hija adolescente; está tratando de explicarle a su hija cómo la sociedad cuestiona a la mujer, que es justamente la actitud que hay que cambiar: “–Y tal como he podido ver, la gente tiende a echarte la culpa –prosiguió Charlotte–. Dirán que de un modo u otro fue culpa tuya. Que ibas vestida de tal manera que él pensó que estaba dispuesta a aceptar a cualquier hombre, o que lo invitaste y solo dijiste ‘no’ en el último momento” (227).

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Perry, Anne. Medianoche en Marble Arch. España: Ediciones B, 2015.

 

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