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Columna de Raúl Sohr: Siria, ¿el final del túnel?

Moscú anunció el retiro de sus fuerzas militares de Siria. Las cámaras captaron el despegue de bombarderos que volvían a sus bases en Rusia. Allí les esperaban ceremonias de bienvenida con familiares de los uniformados despachados al país árabe. El momento escogido por el presidente Vladimir Putin para reducir su participación en el conflicto no podía ser más oportuno. Lo hizo luego de tres semanas de una cesación de hostilidades que pocos creyeron que duraría tanto. Además a las puertas de las conversaciones de paz en Ginebra entre la oposición y el gobierno del presidente Bashar al Assad.

Así Rusia disminuye su presencia, luego de cinco meses de bombardeos contra los enemigos de Damasco, desde una posición de fuerza y tras haber logrado parte importante de sus metas declaradas. Sus objetivos fueron neutralizar los esfuerzos occidentales, incluidos Turquía y Arabia Saudita entre otros, que aspiraban a imponer un gobierno sunita afín a sus intereses.

También era importante dar un golpe a los islamistas que figuran entre las amenazas que preocupan al Kremlin. Se estima que unos dos mil yihadistas rusos combaten junto a las organizaciones fundamentalistas islámicas.

Rusia ha impuesto sus condiciones frente a Occidente. John Kerry, el secretario de Estado norteamericano, aceptó que la salida de Assad no era un prerrequisito. En sus palabras: “Estados Unidos y nuestros aliados no buscamos el así llamado cambio de régimen”.

Moscú y Washington coinciden en que no hay una salida militar al conflicto que ya cumplió cinco años. La solución será diplomática, pero determinada por la correlación de fuerza militar en el terreno. Y es en ese plano que Rusia considera que ha fortalecido sus posiciones lo suficiente como para sentarse a negociar. La memoria de la intervención soviética en Afganistán está fresca aún. Allí el Ejército Rojo fue desangrado y aunque no perdió militarmente su intervención fue un fracaso. Hecho que gravitó en la caída y desmembramiento de la Unión Soviética.

Dada la sangre derramada en Siria: más de 300 mil muertos según algunas estimaciones, unos once millones de personas desplazadas, la mitad de la población, es difícil visualizar un arreglo aceptable para la mayoría sunita y los aluitas (chiítas) encabezados por Assad. Hay quienes creen que a la larga el país terminará dividido entre ambas facciones y los  kurdos que buscan su independencia. Ello sin considerar que la amenaza yihadista del Estado Islámico, Al Qaeda y otras organizaciones, sigue muy presente.

Una salida posible es la creación de una federación que dé a las partes la mayor autonomía posible. En todo caso cualquier fórmula aceptada por todos será un progreso ante la situación de violencia actual.

Los refugiados sirios
El retiro ruso tomó por sorpresa a  Occidente. Ello porque muchos en Estados Unidos y Europa creían que Moscú tenía interés en convertir a los refugiados sirios, unos cuatro millones, en un arma. Fue lo que declaró el general estadounidense Philip Breedlove, comandante supremo de la Otan. Los bombardeos rusos, según esta teoría, buscaban aumentar el número de refugiados que marcharan rumbo a Europa. Ello para causar dificultades sociales y políticas que debilitaran a los gobiernos europeos. Los hechos desmienten esta especulación, pero ponen de relieve el abismo de confianza entre Washington y Moscú.

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