¿Has sido alguna vez realmente feliz? Mientras daba una charla en el teatro Bellas Artes de Madrid, una chica tomó el micrófono disponible para intervenir el público y dijo, “no sé si alguna vez he sido realmente feliz”.
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La gran mayoría de las personas, sin darnos cuenta, vivimos sometidas a una búsqueda incesante de la felicidad. Hasta aquí todo puede parecer normal, pero si somos honestos, empezaremos a darnos cuenta que esta búsqueda no nos hace felices.
El motivo principal por el que esta búsqueda es infructuosa, es, aunque cueste de creer, que en verdad no buscamos alcanzar la felicidad, sino nuestra idea de felicidad y como verás, nuestra idea de lo que es la felicidad no nos hace felices, porque si no, ya lo seríamos ahora.
Si ponemos este argumento en práctica, cada vez que aparezca en nuestra cabeza una idea de lo que necesitamos para ser feliz, la podemos descartar de inmediato. Ya sabemos que esta idea, proviene de una mentalidad infeliz que imagina su propia felicidad en forma de jugosa zanahoria colgando enfrente de sus ojos.
Cuando el efecto zanahoria aparece en juego, lo que hacemos, también sin darnos cuenta, es proyectar la felicidad afuera de nosotros. Una vez hecho esto, empezamos a ver personas, situaciones y cosas que nos pueden hacer felices. Al hacer responsable a “lo ajeno” de nuestra felicidad, también lo responsabilizamos de nuestra infelicidad. Dicho de otra manera, a más creas que algo externo a ti puede hacerte feliz, más le estarás dando la capacidad de hacerte infeliz.
Llegado a este punto, podemos empezar a preguntarnos qué es la felicidad. Y ante esta pregunta aparece el silencio, aquí se detiene nuestra búsqueda y por fin, nos damos cuenta de algo que siempre supimos pero que nunca quisimos asumir; que no tenemos ni idea de qué es la verdadera felicidad.
Asumir nuestra ignorancia nos permite abrirnos a preguntas básicas en la vida, que a menudo quedan enterradas debajo del frenético ritmo de nuestra manera de vivir. Estas preguntas tienen el potencial de restablecer la relación interna con uno mismo y son tan simples como ¿qué estoy sintiendo ahora?
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Cualquier persona que vive en coherencia consigo misma conoce lo fundamental de estar en contacto con lo que siente, a tiempo real. Esto significa que no tiene miedo de sentir lo que siente mientras esa sensación o emoción está teniendo lugar. Significa también que no va a tratar de ocultarlo con el intento ”zanahoria” de ser feliz.
¡Recapitulemos! Darme cuenta de que no sé ser feliz, me permite preguntarme si realmente sé qué es la felicidad. Esta pregunta me ofrece la posibilidad de descubrir que no lo sé. Conocer mi ignorancia acerca de la felicidad me facilita que deje de buscar sentirla y empiece, en cambio, a conectar con lo que sí estoy sintiendo ahora. Esta honestidad con uno mismo brinda coherencia y armonía y con ello uno pierde el miedo a sentir, pierde el miedo a vivir.
Aquellos que pierden su miedo, sonríen a la vida sin quejas ni exigencias pues se conocen a sí mismos y con ello a la felicidad.