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Fuerte y claro. Así fue el último Informe de Política Monetaria (IPoM) dado a conocer por el presidente del ente, Rodrigo Vergara. Con una seriedad magistral, y quizás una sinceridad añorada hace meses, confirmó lo que para muchos era un secreto a voces. La economía de Chile está peor de lo que se pensaba.
Seguramente las estrepitosas caídas de las bolsas mundiales en enero sustentan este informe, a pesar de la calma de febrero y el veranito de San Juan del cobre en los últimos 40 días. Pero más bien se cree que el instituto rector del dinero chileno posee información de primera fuente para sustentar estimaciones pesimistas de cara al presente año, y ante la responsabilidad constitucional, decidió sincerar.
Lo concreto es que en diciembre el Banco Central pensaba que la economía del país crecería entre un 2% y 3%. Hoy la previsión es un crecimiento entre 1,25% y 2,25%. ¿Por qué? Se preguntará usted. ¿Qué significa esto? ¿Qué consecuencias me traerá? Déjeme intentar recurrir a mis manzanitas para poderle responder.
China nos está comprando menos cobre que antes. Para qué vamos a recurrir a otras razones, si la economía es más simple de lo que algunos buscan aparentar. Obviamente estamos vendiendo menos de casi todo: salmones, vinos, celulosa, frutas. Lo que principalmente exportamos al mundo. Pero no. La mitad de nuestras ventas al exterior es cobre y la mitad de eso se va a China.
Desde 2003 ellos comenzaron a crecer a tasas de un 10% anual, con la convicción de convertirse en la nueva potencia económica mundial. Así comenzaron a fabricar automóviles, teléfonos, edificios, etc. Ya no tan sólo vestuario o derivados del plástico. Y en nosotros encontraron a un gran proveedor de insumos. Y es que nuestro país es el principal productor de cobre del mundo. Era comprarnos a nosotros o Perú. Se fueron a la segura. Y nos acostumbramos a vender el metal a precios nunca antes vistos.
Fue un boom, que pensamos se vería interrumpido el 2008 con la crisis financiera de Estados Unidos. Si bien bajaron nuestras ventas, estas se reanudaron al cabo de unos pocos meses. Teníamos una economía aparte, casi inmune, con nuestro socio comercial aparentemente imparable e indestructible. Nuestros vecinos nos miraban con recelo. Perú nos comenzó tardíamente a imitar (pero nos alcanzarán en un par de años más, sin duda). Los estados de Europa con crisis de deudas. Grecia en la lona. Estados Unidos con resfriado crónico desde la crisis, pero nosotros ahí. Inmunes. Hasta el 2014.
China se sinceró. Un país no puede crecer permanentemente a esas tasas. Seguramente ningún gobierno, que ostenta el poder sólo durante cuatro años, desea posponer políticas sociales en pos de una rigurosidad económica y financiera infundada. Pero debimos haber hecho más. Porque lo concreto es que el boom del cobre terminó. O al menos está en pausa hasta dos años más. Y eso significa que el país no generará sustantivas mayores riquezas que años pasados, en un país donde los precios aumentan un 3% año a año.
Los empresarios no están incentivados a abrir nuevas tiendas, otorgar más créditos o aumentar la producción, por ende, usted deberá posponer ciertos gastos que quiera realizar o cambios de empleo. Y es que aún Chile no ha visto la verdadera realidad de este magro panorama.
El desempleo no ha bajado, para sorpresa de muchos, y el sólido sistema bancario sigue otorgando opciones. Pero créame cuando, una vez más le digo que se vienen tiempos complejos. Ahora en un tono de mayor convicción, porque la situación se agrava cada vez más.
Matías Godoy Mercado
Director de Economía para todos – www.economiatodos.cl
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