Si ser feminista es defender la igualdad de derechos y colaborar a validar el rol de la mujer demostrando que poseen las mismas capacidades, sí, claro: soy feminista. Y con mucho orgullo.
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Soy feminista como soy pro matrimonio igualitario o estoy en pro del desarrollo de la música chilena en estos años: entregando recursos económicos, de tiempo y exposición a esas causas. Porque creo en ellas y no vale sólo un “me gusta”: hay que destinar esfuerzo real. Ya no basta con el tuit. No sólo vale el cóctel. Vale la pena pelear en una época donde la sociedad necesita a las mujeres para evolucionar y donde también los hombres hemos sido formados para fallar en ello a conveniencia de ideas totalitarias y añejas.
En Radio La Clave 92.9 inauguramos un segmento llamado “Feminismo para Machistas”. El tema se despertó por la inquietud después de darme cuenta que efectivamente muchas veces presentamos noticias o miradas que lastiman mujeres y no nos damos cuenta. Obviamente a nadie le enseñan en el colegio y menos hay “cursos en lo cotidiano” así que tuve que ir cambiando.
En un momento me di cuenta que mi mundo era culturalmente machista (desde que lo más fácil para hacer un chiste es descalificar a una mujer hasta hacer el cálculo que tendía a trabajar con hombres, y me puse a pensar: “¿por qué mi hermana Samantha va a tener menos oportunidades que yo sólo por el hecho de ser mujer? ¡Eso es una estupidez!”. Lo mismo para mi pareja, María José. Y luego con todo el resto de mis amigas que sufrían permanentemente descalificaciones y atropellos por parte de la cultura horrible en la que nos desenvolvemos.
El machismo es básicamente una instancia para mantener la desigualdad: entrega roles específicos y condena una diferencia en este caso genital. Es una locura: es muy parecido al “por nacer aquí vas a ser pobre”. Yo no quiero contribuir con eso.
El rol de los hombres en el feminismo debe ser el de la reflexión constante, que nos conducirá a mejorar. Eso es analizar nuestras palabras y acciones: es ahí donde se reproducen las lógicas de la desigualdad. Yo lo he hecho. Me parece que muchos más tenemos que hacerlo. Y ser conscientes que vivimos una cultura que glorifica al hombre.
José Miguel Villouta lo explica a la perfección: si comparamos el segmento de fútbol del noticiario con el de farándula del mediodía, inmediatamente tendemos a rechazar el segundo, pero ¿no nos ponemos a pensar que en medio de un programa periodístico sucede algo similar a la hora de almuerzo? Lo hacemos porque hay dueñas de casa mirando. Las descalificamos. Y eso que en el noticiario, donde trabajan periodistas, se pasea un montón de hombres con logos de empresas privadas en el pecho y nadie dice nada.
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Pero claro: ¡es más fácil pegarle a “la farándula” que es un modelo de negocio que tiene mujeres integradas y está destinado a ellas! a diferencia del otro. Eso es absurdo. Tan absurdo como que el Instituto Nacional sólo sea destinado a personas de un solo sexo. ¿Por qué sólo debe ser de hombres? ¿Qué nos pasa que terminamos en esa lógica de separación de oportunidades brutal?
Los hombres somos víctimas del machismo porque nos instala en responderle a un imaginario donde se te enseña a posicionarte sobre otro en torno a la violencia. Violencia frente a otros hombres, frente a otras mujeres en competencias energéticas e intelectualmente inútiles. Eso mata a largo plazo. Es de una infelicidad tremenda.
Ser “más hombre” que el otro ¿es algo que se compra? ¿que viene con nosotros? Si nuestro ego define las decisiones, ¿podemos tomar decisiones inteligentes?
El problema de un país machista es que es esencialmente estúpido. Porque no tiene diversidad para hacerse preguntas. Los hombres chilenos consumen para el otro. Se inventan ritos para el otro. Estamos no sólo en un patriarcado, que tiene montones de paneles de hombres de traje caro diciendo cosas obvias: es un patriarcado intelectualmente débil. Y por eso muy temeroso que lleguen las mujeres.
Hay tipos que confunden la seducción con el cosismo: ven a la otra persona como un objeto al cual evaluar como el último modelo de iPad. Si metemos diversidad, miradas, experiencias, sensibilidades distintas de mujeres y también de hombres que no sean de las características de siempre, vamos a tender a ser mejores.
La campaña de Onu Mujeres #HeForShe invita a que seamos distintos. Que entreguemos un espacio a las mujeres que en nuestro país están lejos de estar en la igualdad de sueldos y derechos. Que podamos entender que en tiempos de fascismo religioso y condenas sociales es la única forma de dar pelea por los avances reales. Vamos todos.
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