Camila Albertini
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El comercio, los servicios y la minería llevaron a que el Índice de Actividad Económica (Imacec) de febrero superara las expectativas del mercado de 2,5% y alcanzara un 2,8%.
Si bien la Presidenta Michelle Bachelet destacó el indicador al ser “mucho mejor de lo que se esperaba”, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, llamó a la cautela y recalcó que “es una cifra que nos alegra, pero como siempre yo digo, con un mes no saquemos conclusiones apresuradas, nos queda mucho trabajo por hacer”.
La serie desestacionalizada aumentó 0,8% respecto al mes anterior, creció 1,9% en doce meses y es la más alta desde enero de 2015, cuando se posicionó en 3,5%.
Para Mario Valenzuela, vicedecano de Economía y Negocios de la Universidad San Sebastián (USS) todavía es muy pronto para afirmar que se produjo un punto de inflexión y ahora la economía va repuntando “a pesar de los esfuerzos desplegados desde el Gobierno y del Banco Central”.
En esa misma línea, coincide Juan Bravo, asesor macroeconómico de Clapes UC, quien explica que “lo que hay que tener presente es que este resultado no se debe a que tengamos un dinamismo potente”, y agrega que “estamos volviendo a valores más normales”. Eso sí, especifica que el gran problema de nuestra economía es que su capacidad de crecimiento a mediano plazo cayó de un 5% hace un par de años a un 3% en la actualidad. “Lo peor es que aun así estamos creciendo a menos de nuestra capacidad”.
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De hecho, Alexis Osses, gerente de estudios de xDirect, proyecta que el crecimiento fluctuará “entre 1,4 y 1,8% para 2016, es decir, seguimos manteniendo un rango de crecimiento menor al promedio de los últimos dos años de 2%”.
Los efectos directos del crecimiento
Puede que a más de alguien le resulte lejano escuchar sobre el Índice de Actividad Económica, el cual mide el crecimiento económico y tiene ciertos efectos directos en la población. Los impactos que llegan de forma directa se relacionan con el empleo y los salarios.
Bravo explica que, si bien la tasa de desempleo no se ha disparado, el tipo de trabajo que lidera a la fuerza laboral es por cuenta propia. “La gente se está autoempleando y esto tiene que ver con que se han generado empleos asalariados más precarios”.
En cuanto a los sueldos, en un contexto de bajo crecimiento y “al tener más gente disponible y menos fuentes de empleo, los trabajadores pierden su poder negociador, lo que se ve afectado en los salarios reales, que han tenido una importante desaceleración en el último tiempo”.