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El primer ministro griego, Alexis Tsipras, acusó este lunes a las autoridades macedonias de tener un comportamiento «vergonzoso» por la forma de repeler el domingo a cientos de migrantes que intentaron forzar la frontera entre ambos países en Idomeni.
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Las fuerzas del orden macedonias emplearon «gases lacrimógenos y balas de caucho frente a una gente que no suponía una amenaza ni estaba armada», afirmó Tsipras. «Es una gran vergüenza para la sociedad europea y para un país que quiere formar parte de ella», estimó el dirigente griego.
«Espero que los demás europeos y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados digan algo», añadió el primer ministro, que se expresó tras entrevistarse en Atenas con su homólogo portugués, António Costa.
Tsipras acusó además a «supuestos voluntarios» de haber originado los incidentes, por animar el domingo a los migrantes a forzar la frontera con Macedonia. «Algunos son extranjeros y residen en Gevgelija», del lado macedonio de la frontera, aseveró.
«La situación en Idomeni es una vergüenza», debida a «la decisión unilateral de cierre de las fronteras» de los países de la ruta de los Balcanes a finales de febrero, prosiguió el primer ministro. A falta de poder «cambiar esta realidad», Grecia está tratando a contrarreloj de convencer a los migrantes y los refugiados de marcharse a los centros de acogida habilitados, aunque para eso «todos tienen que ayudar», dijo.
La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) dijo que 260 personas tuvieron que ser atendidas por los incidentes del domingo, los más graves en mes y medio: 200 por problemas respiratorios, 30 por heridas de balas de goma y 30 más por otras lesiones.
Unos 11.000 inmigrantes llevan acampando mes y medio en Idomeni en condiciones miserables, a la espera de una posible reapertura de la frontera y de poder proseguir hacia Europa central, como hicieron en 2015 cientos de miles, en buena parte refugiados de Siria e Irak.
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El Ministerio griego de Exteriores dijo haber enviado dos protestas a las autoridades macedonias, a las que pidió «sangre fría y sentido de la responsabilidad».
Por su lado, Yorgos Kyritsis, portavoz del servicio griego de coordinación de la crisis migratoria (SOMP), criticó el «uso excesivo y asimétrico de la fuerza» por parte de la policía macedonia y reiteró, al igual que MSF, que los agentes emplearon gases lacrimógenos de forma masiva y balas de goma.
Jonas Haeensen, portavoz de MSF, detalló que debieron atender a entre 30 y 40 personas por heridas de balas de goma, entre ellas tres niños de menos de diez años, alcanzados en la cabeza.
Macedonia respondió con un desmentido y acusó a la policía griega de pasividad. «Durante los incidentes, la policía griega no intentó intervenir ni atajar los incidentes», afirmó el Ministerio macedonio del Interior en un comunicado.
– Tensión en las islas –
Los incidentes comenzaron cuando un centenar de migrantes cortó la primera barrera desplegada en la frontera. Unos 500 se apiñaron luego cerca de ésta, protestando y lanzando piedras contra las fuerzas macedonias.
Sólo dos de los diez migrantes hospitalizados el domingo seguían ingresados este lunes, según la dirección del centro.
El aumento de tensión del domingo, el tercero en Idomeni desde el cierre de la ruta de los Balcanes, a finales de febrero, se vio desencadenado por rumores de que la frontera iba a abrir. Informadas de esos rumores difundidos a través de pasquines en árabe, las autoridades griegas «duplicaron la presencia policial» en el lugar, pero no lograron contener a la muchedumbre, indicó Kyritsis.
Por otro lado, cerca de 7.000 refugiados y migrantes llegados desde el 20 de marzo, cuando entró en vigor el acuerdo UE-Turquía para expulsarlos de vuelta a este país, están retenidos en las islas griegas del Egeo oriental. Esta medida se aplica también a los refugiados sirios que no puedan demostrar que corren peligro en su país.
Entre el domingo y este lunes sólo se registraron 18 entradas en las islas, según Atenas, tras naufragar el sábado una embarcación procedente de las costas turcas. En el naufragio murieron cinco migrantes, entre ellos un niño, y cuatro siguen desaparecidos.
La tensión es recurrente en los campos de internamiento de los migrantes en las islas, donde los recién llegados se apresuran a pedir asilo para impedir o al menos retrasar su expulsión a Turquía. El examen de esas solicitudes está pendiente del envío de refuerzos europeos a los servicios griegos de asilo, completamente desbordados.
PUB/IAM