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La noche del sábado miles de familias habían acudido al templo de Puttingal Devi, en la ciudad costera de Paravuren (estado de Kerala), como parte de las festividades del Año Nuevo hindú.
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Pero un cohete cayó sobre el depósito de los fuegos artificiales que iban a lanzarse, produciendo una gigantesca explosión. El balance actual es de 109 fallecidos y centenares de personas están siendo tratadas por quemaduras.
La policía dijo que está investigando quién tiene la responsabilidad de la celebración de esos fuegos artificiales, pese a que las autoridades del distrito de Kollam, en Kerala, no habían dado permiso.
«Ayer se abrió una investigación contra seis personas», que no han sido detenidas, anunció el jefe de la policía criminal de Kerala, S. Ananathakrishnan.
«En la investigación aparecen seis personas, tres del comité directivo del templo, y tres contratados para el espectáculo pirotécnico», explicó.
Los seis, uno en el hospital y los otros cinco en paradero desconocido, están siendo investigados por homicidio voluntario, indicó.
Por otra parte la policía dijo que está interrogando a cinco empleados del templo que por el momento no han sido inculpados.
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Un hombre que vive cerca del templo contó que su hijo Adiraj, obrero en una fábrica, fue al espectáculo con tres amigos. Sólo uno sobrevivió.
«Estaba con sus amigos cerca de la estructura donde se guardaban los petardos», dijo Baba, de 46 años.
«Se había vestido para la celebración después de cenar y dijo que estaría con sus amigos. Luego vimos su cuerpo en la morgue del hospital… Su memoria nos acompañará cada año en este día».
La explosión fue de tal potencia que algunos de los edificios colindantes al templo quedaron completamente destruidos, y otros perdieron el tejado, que cayó sobre los fieles, presas del pánico.
En medio del caos, los sobrevivientes llevaron a los heridos a los hospitales en sus propios coches o motocicletas.
Algunas víctimas quedaron tan quemadas que eran irreconocibles. Más de 30 aún no han sido identificadas, y desde Nueva Delhi se envió a un equipo especial de médicos para tratar las quemaduras de los heridos.
N.P. Anoop seguía buscando a su padre, desaparecido, después de visitar seis hospitales y tres morgues. La joven, de 32 años, sigue sin noticias de él y teme lo peor.
«No sé si está vivo o muerto. Lo que quiero es verlo, estamos preparados para lo peor, pero la búsqueda está siendo dolorosa», contó a la AFP.
«En las morgues hay 20 cuerpos que no han sido reclamados, y sospechamos que algunos de los desaparecidos podrían estar ahí. Sólo un test de ADN establecerá sus identidades, porque los cuerpos están irreconocibles», dijo a la AFP un responsable, N. Vijayan.
Los incendios y las avalanchas humanas son frecuentes en los templos en India, a menudo a causa de las escasas medidas de seguridad.
PUB/IAM