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Obama dice que su “peor error” fue no hacer seguimiento a Libia tras la intervención

Para el presidente Barack Obama su mayor error ha sido no prever las consecuencias de la intervención a Libia en 2011. Alegó que la inacción de Francia y Reino Unido permitió que la nación africana quedara fuera de su control.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cree que su peor error ha sido «probablemente» la falta de seguimiento tras la intervención militar en Libia en 2011, que condujo a la caída del régimen de Muamar Gadafi.

Consultado en Fox News por su «peor error», Obama respondió: «Probablemente no haber ejecutado un plan para el «después», el día siguiente de lo que fue, creo, una intervención justificada en Libia».

El mandatario ha reconocido en diversas oportunidades que Estados Unidos y sus aliados hubieran podido hacer más después de la intervención en Libia, en la que una coalición liderada por Francia y Reino Unido, y relevada luego por la Otan, realizó en 2011 ataques aéreos.

Obama se refirió en particular a esta cuestión en la Asamblea General de la ONU en septiembre pasado, reconociendo que Washington tenía también una parte de la responsabilidad.

«Libia está hundida en el caos», reconoció a mediados de marzo en una entrevista publicada en la revista The Atlantic.

Después de la caída de Gadafi, el Estado libio se derrumbó, milicias rivales se disputaron el poder y la organización Estado Islámico (EI) aprovechó la situación para aumentar su poderío.

«Cuando me pregunto por qué salió mal, me doy cuenta de que yo estaba convencido de que los europeos, dada la proximidad de Libia, estarían más implicados en el seguimiento», agregó, y lanzó algunas indirectas a sus aliados, como que el primer ministro británico, David Cameron, había estado en ese momento «distraído por otras cosas».

Un proceso frágil, con el apoyo de la ONU y las grandes potencias, permitió recientemente la creación de un gobierno de unidad en Libia.

El primer ministro designado de este gobierno, Fayez al Sarraj, ha logrado desde su llegada a Trípoli el 31 de marzo importantes apoyos, entre ellos el del Banco Central y la compañía petrolera.

También obtuvo adhesiones significativas de autoridades no reconocidas que controlaban la capital Libia desde agosto de 2014.

Sin embargo, el jefe del gobierno en la sombra, Jalifa Ghweil, se negó a dejar su cargo y le pidió a su gabinete permanecer en su puesto.

 

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