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La polémica en torno al conflicto que mantienen los taxistas con aplicaciones como Uber o Cabify, se ha tomado la contingencia nacional. Lamentablemente, no sólo ha sido por los temas legales que reclama el gremio de los vehículos negros y amarillos, sino que también, por la violencia que ha suscitado el enfrentamiento entre ambos servicios de transporte de pasajeros.
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Y esta contingencia no solo ha alcanzado a quiénes ganan dinero a través de estas aplicaciones, si no que también a quienes conducen autos “Orlando”, de la marca Chevrolet. Al ser vehículos grandes, con tres corridas de asientos, este modelo -que arribó a nuestro país el segundo semestre del 2011 y que alcanzó el primer lugar en su segmento el 2012, se transformó en un favorito para familias numerosas y conductores que se han decidido por el rubro del transporte de pasajeros, entre ellos: Uber. Es así como a través denuncias en distintas redes sociales, medios de comunicación e instituciones se ha dado a conocer cómo quienes manejan este auto, se han convertido en las principales víctimas de acoso y violencia en las últimas semanas.
¿Es real la persecución de los taxistas?
Algunas de las historias han sido ampliamente difundidas en redes sociales y grupos de denuncias. Algunos de ellos son “Providencia Previene” y “Denuncias Vitacura” donde Publimetro se contactó con dos dueños de camionetas Chevrolet Orlando que prefirieron mantener sus nombres en reserva, por medio a posibles represalias por parte de los taxistas.
Uno de ellos es un joven de iniciales C.A, quién volvía un fin de semana de andar en bicicleta junto a un amigo en su vehículo. Coincidente con el lanzamiento del servicio UberBici -el cual permite ofrece la opción de llevar bicicletas al ser trasladado- ambos transitaban por Providencia en la camioneta, y con las bicicletas atrás, cuando un Taxi de marca Nissan comenzó a seguirlos y gritarles cosas. “De la nada el taxista sacó un bate, mientras se enojaba y nos gritaba cosas. De repente, me rompió el parabrisas y yo al asustarme, junto a mi amigo, aceleré a fondo y le choqué la puerta. Él quería seguirnos, y claramente pegarnos, pero logramos perderlo. Me da rabia porque al final, nadie se hace responsable por esto que me pasó a mí. Yo tengo que pagar los platos rotos por tener un vehículo común con uber, pero ¿Quién me paga a mí los daños que tuve que pagar?”, expresa.
Otro es el caso de un padre de familia, que también decidió permanecer anónimo, quién hoy tomó una medida más drástica y puso su vehículo a la venta a un precio mucho menor al que pagó por él. “Nunca he usado Uber, tampoco mi familia, y la verdad es que me siento súper ajeno a esta polémica. Pero lo que encuentro terrible es que hoy tenga que vivir con miedo de que me ataquen con mis hijos en la calle, que se confundan y desquiten con nosotros. Si el objetivo de los taxistas era generar miedo, lo lograron porque ya no pienso arriesgarme a tener a mis hijos en el auto y que de repente me rompan un vidrio, su vida es más importante. Esto se ha transformado en terrorismo y nadie hace nada”, aclara enojado.
A él se suma Maricel Gibbs, una madre con 3 hijos, quién afirma que aunque no le ha pasado nada concreto con taxistas, sí vive con una sensación de inseguridad desde que este conflicto inició y afirma que “ahora hay más temas para preocuparse cuando sales a calle, no solo que no te vayan a robar, asaltar o chocar. Ahora también al tener un vehículo que se adaptaba a las necesidades de mi familia, tengo que preocuparme de que los taxistas no se me tiren encima, ni me detengan o increpen”.
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Los otros protagonistas
Aliro Letelier, trabaja en el rubro del transporte privado de pasajeros. Tiene varias camionetas y entre ellas adquirió una Chevrolet Orlando el año 2013, según afirma, porque tiene un «buen espacio para llevar personas y es muy económica». Pero desde que inició este conflicto, su camioneta ha quedado guardada en casa. “El otro día salió mi señora en ella y morí de susto, le digo que ande con cuidado. Prefiero prevenir cualquier agresión, más porque yo trabajo con agencias de turismo y traslado pasajeros, es más fácil que se pueda prestar para confusión”, cuenta aunque por otro lado, es enfático en aclarar que el tema de Uber es complejo para él. “Para poder inscribir mi camioneta en el Ministerio de Transporte tuve que sacar un cartón que me permite trabajar hasta el 2023, adscrito a una empresa de turismo, con permisos especiales y un seguro de pasajeros que sale como 900 mil pesos al años. En Uber no pagan nada y conozco gente que trabaja ahí y apenas maneja. Es injusta la situación que se vive hoy, aunque yo sí estoy de acuerdo con que hay que adaptarse a las nuevas tecnologías, a pesar de que ha implicado un costo para nosotros, y nuestro trabajo, más ahora que persiguen uno de los vehículos con el que lo ejecuto”.
En la otra pista, Luis Salazar opina distinto a su colega. Él compró uno de estos vehículos para trabajar en este rubro en el que se inició trabajando en Uber, pero hoy trabaja para una empresa privada de transporte. “Yo creo que todos están muy perseguidos. Aquí a los que persiguen son a lospolarizados, esos son los que tienen problemas, pero yo jamás he tenido porque tengo los vidrios transparentes. Así los taxistas pueden ver que ando transportando otro tipo de gente y no me siguen”, analiza. Además agrega que “me mentalicé en que nadie me iba a seguir y ando tranquilo, tener miedo es lo malo”.
Finalmente, desde Chevrolet no se han mantenido ajenos al “estigma” que ha caído sobre uno de los que califican como “uno de sus modelos estrella”. Álvaro González, Gerente de Comunicaciones de la marca, afirma que en Chile este auto ha sido uno de los modelos líder desde el 2012, y que el año pasado en el país se vendieron cerca de 1.500 unidades de este modelo, con una participación de mercado en su segmento superior al 50%. “Este es uno de los líderes absolutos por sus características, es muy amplio y cómodo en su interior, con 3 corridas de asientos, sensor de retroceso, entre otras características. Ha tenido una buena recepción por parte de los clientes, y esperamos que siga así”, dice. “Aún no hemos visto cómo afectan los ataques al modelo “Orlando” en nuestras ventas, pero nos preocupa más allá de los números, por nuestros clientes y por eso esperamos que las autoridades tomen cartas en asunto. Este es un modelo muy adquirido por familias, y ese esfuerzo que hacen para poder comprarlo ha sido amedrentado por un conflicto del que no son parte”, remata.
PB/MC