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El presidente ruso, Vladímir Putin, quien se vio salpicado por las filtraciones de los «papeles de Panamá», ha rebatido las acusaciones de corrupción al declarar unos modestos ingresos anuales.
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Putin, que ha sido acusado por la prensa internacional de ser el hombre más rico de Europa y de tener acciones en las principales corporaciones estatales rusas, ganó el pasado año 8,9 millones de rublos (133.900 dólares), según la declaración publicada por el Kremlin,
Además, tiene en propiedad un apartamento de 77 metros cuadrados en su ciudad natal, San Petersburgo, en concreto en la isla Vasílievki, en el corazón de la antigua capital zarista.
También declaró un solar de 1.500 metros cuadrados, un garaje de 18 metros cuadrados, dos coches antiguos de fabricación soviética Volga (1960 y 1965), uno moderno, un Niva todoterreno y una autocaravana Skif.
Putin, quien se redujo voluntariamente el sueldo en un 10 por ciento para dar ejemplo a otros altos funcionarios en tiempos de crisis, ha más que doblado su salario desde 2013, lo que el Kremlin ha considerado normal.
Con todo, esos emolumentos están muy lejos de los de algunos de sus colegas, como su portavoz, Dmitri Peskov, quien ganó cuatro veces más (552.000 dólares).
Putin ha sido acusado en los últimos años de amasar una fortuna, para lo que habría contado con la colaboración de amigos como el oligarca ruso Guennadi Timchenko, presidente del Grupo Gunvor, uno de los mayores operadores mundiales de hidrocarburos.
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Palacios en el mar Negro, mansiones en la costa mediterránea española y lujosos yates son algunas de las propiedades que prensa y oposición le han adjudicado al presidente ruso, quien siempre ha presumido de ser un «esclavo en las galeras», por su amor al trabajo.
No obstante, el jefe del Kremlin ha negado todas y una de las acusaciones y no ha dudado en defender a sus amigos, algunos de ellos multimillonarios, de los que se mostró «orgulloso».
Ese fue el caso del padrino de una de sus hijas, el violonchelista Serguéi Rolduguin, acusado de crear empresas opacas en Panamá con ayuda de empresas estatales rusas.
«Serguéi compró, si no me equivoco, dos violines y dos violonchelos, instrumentos únicos. El último que adquirió tuvo un coste de casi 12.000 dólares. Pero ya no tiene dinero. En la compra de instrumentos gastó más dinero del que tenía», alegó.
En su opinión, las recientes filtraciones de los «papeles de Panamá» no son más que un «producto informativo» destinado a castigar la creciente independencia política de Rusia, especialmente en Ucrania y Siria.
«Vuestro humilde servidor no aparece allí. No hay nada de qué hablar», comentó Putin, quien acusó a EEUU de estar detrás de las filtraciones.
Precisamente, a principios de año el subsecretario estadounidense del Tesoro para cuestiones de Terrorismo, Adam Szubin, no dudó en acusar a Putin de ser un dirigente corrupto y que el Gobierno norteamericano lo sabe desde hace «muchos años».
«Le hemos visto enriquecer con activos estatales a sus amigos, a sus aliados próximos, y apartar a quienes no ve como amigos (…). Para mi eso es un panorama de corrupción», afirmó.
Días después Putin llamó públicamente a combatir la corrupción y después aprobó un plan estatal dirigido a combatir la malversación de fondos públicos entre el funcionariado con vistas al Mundial de fútbol de 2018.
Putin ya había tachado de «basura» en 2008 las informaciones de que era el hombre más rico de Europa con una fortuna estimada en más de 40.000 millones de dólares.
Lo mismo ocurrió cuando WikiLeaks divulgó cables diplomáticos estadounidenses que señalaban que Putin, entonces primer ministro, era multimillonario y copropietario de Gunvor.
Igualmente se ha visto salpicada por diversas acusaciones una de sus hijas, Ekaterina, quien supuestamente dirige el proyecto «Innopráktika», que gestiona contratos multimillonarios desde su cargo en la Universidad Estatal de Moscú.
«Independientemente del apellido de quien lo hace, esa es una iniciativa del rector y es una buena iniciativa. Cuán exitoso será ese proyecto, aún es pronto para decirlo. Pregunte al rector y aquellos que se dedican a esto», argumentó Putin, quien precisó que sus hijas «no se dedican ni a los negocios ni a la política».
El columnista ruso Antón Orej rechazó irónicamente las acusaciones de corrupción contra «el zar Putin», aduciendo que «¿acaso se les podría llamar corruptos, por ejemplo, a Pedro el Grande, Nicolás II o Alejandro III? Tonterías. Con Putin pasa lo mismo. Él es dueño de Rusia».
«Él no necesita dinero. Ni rublos ni dólares. Puede conseguir lo que desee y en cualquier cantidad (…) Y el hecho de que todo el que se hizo amigo de Putin apareció después en la lista de (multimillonarios) de Forbes. Eso no es corrupción, es amistad», apuntó en su blog en la emisora de radio «Eco de Moscú».