Tenía 11 años. Llegó a la institución a los 5 años, luego de una denuncia de abuso sexual por parte de un familiar. Circuló por distintos centros en un comienzo, para luego asentarse en el CTD Galvarino durante los últimos años. Hace pocos días perdió su vida en este centro del Sename. No se conoce con certeza los motivos de su muerte.
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Las explicaciones recibidas hasta el momento son confusas. Distintos expertos han desestimado la explicación de la directora del Sename, señalando que los sicofármacos entregados Lisette podrían haber contenido una combinación peligrosa. Su madre, A SU VEZ, plantea con angustia de que su hija tenía marcas de golpes en su rostro “cuando la entré a reconocer, estaba golpeada a los dos lados de su cara, tenía su nariz, su boca y un lado de la pierna que estaba morada”.
Frente a esta situación muchos han pedido la renuncia de la directora del Servicio. Es lo más fácil, lo más popular. Pero al mismo tiempo lo menos importante. Todo seguiría igual. Es una medida simbólica, pero insignificante. Lo relevante es construir un acuerdo nacional y avanzar sobre dos dimensiones que los mismos funcionarios del Sename vienen planteando hace años.
(1) Los niños vulnerados en sus derechos deben ser la primera urgencia social del país.
(2) El Sename debe dejar de ser un botín de campaña usado con cuoteo político y pasar a ser un servicio profesional.
Sobre el primer punto, el ex rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, escribió una reveladora carta este fin de semana, argumentando que Chile es el segundo país con mayor pobreza infantil entre 41 naciones analizadas por Unicef, y que esto se debería a “un Estado insensible e irresponsable, que sigue concentrado en gastar todos sus recursos en la educación universitaria, postergando la educación parvularia y escolar para los niños más pobres”.
Tiene razón el ex rector, pero lo cierto es que no es responsabilidad del Estado, sino de la Nueva Mayoría y su genuflexión a la Confech para que sus dirigentes estudiantiles se sumaran a la campaña presidencial y llegaran al Congreso. El Gobierno todavía está a tiempo de cambiar el rumbo. Desgraciadamente, habiendo sido parte de la comisión de educación por dos años, tengo pocas esperanzas de que eso ocurra.
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El segundo punto es igualmente importante, y la declaración de la presidenta de los funcionarios del Sename, Alicia del Basto, es dramática: “Hasta hace dos, tres años habíamos cuidado que el servicio no se politizara. Hoy es un servicio politizado, ha entrado gente que no tiene competencias para trabajar en el Sename”, destacando que “ya no son personas de carrera, sino que son personas que militan en un partido político e ingresan a dirigir un centro”. La misma directora del Sename es militante DC, ex candidata a diputada y ex gobernadora.
El desafío para combatir la desigualdad de oportunidades en nuestro país pasa por devolverles el Estado a los ciudadanos. Es imposible tener un Estado con capacidad de emparejar la cancha si los partidos políticos lo siguen utilizando como botín de campaña. Debemos implementar la lógica de la meritocracia y dejar atrás la lógica de la pitutocracia.
Esta discusión no es meramente técnica, como plantean algunos, sino fundamentalmente política. Requiere de generosidad y de una ética que cada vez es más escasa.
Desde Evópoli pensamos que el debate sobre la nueva Constitución es la oportunidad adecuada para implementar esta revolución en la forma de entender el Estado. Es la mejor manera de devolverle la esperanza a miles de Lisette que siguen esperando dignidad por parte de la sociedad.
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