La justicia noruega dio la razón el miércoles a Anders Behring Breivik, que mató a 77 personas en 2011, y condenó al Estado noruego por trato «inhumano», como lo denunciaba el extremista de derecha.
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«La Corte (…) llegó a la conclusión de que el régimen carcelario implica un tratamiento inhumano a Breivik», estimó el tribunal de Oslo, argumentando que mantenerlo en régimen de aislamiento desde hacía cerca de cinco años era una violación del artículo 3 de la Convención Europea de los Derechos Humanos.
La juez Helen Andenaes Sekulic sin embargo desestimó la demanda de Breivik respecto a sus comunicaciones con el exterior, ámbito cubierto por el artículo 8 de la misma convención.
El extremista de 37 años, que ahora se declara abiertamente neo-nazi, pedía el levantamiento de las restricciones sobre su correo y sus visitas para poder comunicar con sus simpatizantes, una perspectiva rechazada por las autoridades por cuestiones de seguridad.
Breivik fue condenado en agosto de 2012 a 21 años de cárcel por haber matado a ocho personas haciendo estallar un coche bomba cerca de la sede del gobierno en Oslo y a otras 69 disparando en un campamento de verano de la juventud laborista en la isla de Utoya.
Durante más de una hora persiguió a cerca de 600 adolescentes aterrorizados que no podían salir de la isla. La mayoría murieron de un disparo en la cabeza.
Su pena es susceptible de ser prolongada si se sigue considerando como peligroso.
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